Democratización global.

Así como la seguridad en Irak parece mejorar con las labores del General Petraeus, y sin embargo la solución política se aleja de las manos del Presidente Bush, la seguridad en Afganistán empeora ostensiblemente(ver progresión de zonas de riesgo alto y extremo desde 2003 a 2007 según ONU en el NYT) y sin embargo el apaño político de Karzai se mantiene estable entre espejismos.

Y nosotros a lo nuestro. Seguimos insistiendo, en nuestras estrategias y en nuestras reflexiones, que la democracia es la solución. Y es que en Occidente estamos encantados de habernos conocido, primero evangelizamos, luego civilizamos y ahora democratizamos. Nadie duda que hoy por hoy la democracia es el mejor sistema conocido de gobierno –con muchas diferencias entre democracias-, pero espero que ahora ya nadie dude tampoco que la historia no ha terminado. La victoria de la cultura democrática occidental de mercado, que alguno anunció como final, no lo es en absoluto. Habrá que luchar por preservarla, que no por exportarla sí o sí.

Tremendo error querer democratizar la Castilla del S XIII –Afganistán en la actualidad- o los Balcanes de 1912 –Irak hoy-. Algunos insisten en que la lucha actual es la de las democracias contra la tiranía. Nada más lejos de la verdad. Por mucho que escribamos que libramos guerras globales contra el terrorismo y cruzadas democráticas libertadoras, no se convertirá en verdad.

Ninguno aceptaremos –ni intentaremos- democratizar aquellos países que hoy por hoy son estables, pero gobernados por tiranías, si con ello nuestras democracias sufren –en lo tangible principalmente-. De lo contrario deberíamos empezar a democratizar Arabia Saudita, Egipto, Argelia, Jordania, Omán, EAU, Pakistán, Sudán, Libia, Yemen, Dubai, Brunei, Mauritania, Marruecos, Corea del Norte y por supuesto China, empresas quizás más sencillas que las emprendidas; o no.

Primero, la democracia estable y serena requiere de cierto bienestar cultural y económico.

Segundo, la imposición de sistemas de gobierno por la fuerza ha fracasado siempre en la historia. Nadie lo ha conseguido excepto aquellos que una vez impuestos, siguieron utilizando la violencia para perpetuarse. Y pocos duran hoy.

Tercero, la democracia se basa en la aceptación de los otros que contigo conviven como parte inseparable de ti mismo. Allá donde existe un conflicto que busca la exclusión de la otra/s parte/s es imposible que se instaure. Aunque la exclusión sea simple competencia por los recursos.

Y cuarto pero quizás más primordial, la democracia se basa en el respeto del libre albedrío individual y colectivo. En Europa nos ha costado siglos –a unos más que a otros- liberarnos de cargas impositivas sociales, religiosas y étnicas; nada hace pensar que el Islam (social, étnico o religioso) de momento permita su relegación al ámbito de lo particular.

Y con todo que nadie dude, y menos debiera el Sr. Fukuyama, que la historia ha tomado resuello y se dispone a emprender otra etapa. Y en ella quizás la democracia perviva, quizás se expanda o puede que se contraiga y de lugar a formas más avanzadas de gobierno (Tecnocracia, democracia virtual…).

Pero si perdura y se expande no será luchando; la receta ya la hemos vivido. No se venció el comunismo en Europa invadiendo e imponiendo; mucho más se logró distendiendo, dialogando, cooperando y tolerando lo distinto, aún sabiendolo tiránico e injusto. Con China y Cuba probablemente la receta va dando sus frutos lentamente pero tarde o temprano cuajará. De eso va la Alianza de Civilizaciones, ¿o no?.

Sea lo que sea, ninguna forma de gobierno perduró en la Historia.