La ley del talión es recordada hoy en día en "nuestra civilización" occidental generalmente con carácter negativo, generalmente cuando criticamos a alguien que más allá de lo establecido legalmente busca un resarcimiento proporcional al daño sufrido; ojo por ojo y diente por diente.
Pero aquellos que así solo la utilizan en sus razonamientos obvian que en realidad la ley del talión fue el primer intento jurídico de establecer un límite proporcional a la represalia. Exactamente el ojo por ojo era eso, un límite restrictivo estricto. Si te sacan un ojo no puedes más que sacar un ojo, no puedes en contrapartida desproporcionada matar al que te dejó tuerto. Y es que con anterioridad a este avance jurídico del segundo milenio aC la venganza por un daño era normalmente libre y la ley del talión venía a poner coto a los desmanes de la venganza sin límites.
La verdad es que la ley del talión formaba ya parte del famoso Código de Hammurabi y desde luego de la Halajá, la Ley de Moisés, y aún hoy se mantiene como tal en la Sharía. Es por tanto uno de los pilares sobre los que se ha construido el ordenamiento jurídico de muchas culturas y civilizaciones actuales que como la nuestra florecieron del árbol de Abraham. Desde luego la judaica y la musulmana. Entonces cabe preguntarse por qué tiene tan mala prensa en occidente si precisamente nuestro cristianismo bebe de las mismas fuentes que la Halajá o la Sharía e incluso los cristianos aceptamos la Tanaj -y por tanto la Torá- como nuestro Antiguo Testamento.

(Lc 6.29–30)
38 » Oísteis que fue dicho: “Ojo por ojo y diente por diente”.
39 Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra;
40 al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa;41 a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos.
42 Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo niegues.
(Lc 6.27–28, 32–36)
43 »Oísteis que fue dicho: “Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo”.
44 Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os odian y orad por los que os ultrajan y os persiguen,
45 para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos y llover sobre justos e injustos.
46 Si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos?
47 Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles?
48 Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.

Una autentica revolución, probablemente la mayor y de mayor repercusión de la historia . Un mensaje incendiario que sólo prendería muy lejos de allí expandiéndose no por casualidad por todas aquellas tierras hasta donde se extendió la cultura grecorromana. Es seguramente esa combinación de Aristóteles, Roma y Jesús lo que conformó definitivamente eso que hoy llamamos nuestra civilización occidental. Luego el resto es bien conocido, la lucha, expansión y oscuridad del medievo, de nuevo Aristóteles y Santo Tomás, el Renacimiento, América y la Ilustración. En definitiva el Occidente Cristiano, nuestra civilización.
Nuestra civilización que nació en aquel sermón, aquel que no sólo no permitía la venganza ilimitada, aquel sermón que fue más allá de la ley del talión, aquel que dijo que pusiésemos la otra mejilla. Que amásemos y respetásemos a nuestro enemigo. Menudo mensaje ¿eh? Sí, el más controvertido, difícil y arriesgado de los que se han transmitido desde el inicio de los tiempos. Demasiadas veces traicionado, tergiversado y utilizado pero aún así también columna vertebral inalterable de lo más profundo y divino que el hombre esconde.
Y ustedes se preguntaran el porqué de todo este rollo; pués no tiene otro sentido más que reflexionar sobre los más básicos principios que defiende nuestra tan manida civilización occidental, sobre aquello por lo que queremos luchar y aquello que inspira nuestro modo de construir y preservar eso que llamamos la Humanidad. Esos principios que han inspirado a Occidente las mejores acciones que hemos hecho a lo largo de nuestra común historia. Aquello que nos llevó a luchar para poder dotarnos de justicia, de libertad, de derechos, de respeto y de solidaridad.
Dicho esto he de decir -para seguro enfado de muchos- que Israel ha perdido mi respeto con la matanza que ha ejecutado en Gaza por cuestión de estos principios occidentales. Hasta hace bien poco entendía la postura israelita ante la terrible amenaza bajo la que vive continuamente, ante el brutal terrorismo islamista que la golpea una y otra vez, ante el mundo musulmán que busca su eliminación total y ante un Irán delirante que la amenaza con un holocausto nuclear, pero ya no. Mis principios humanistas cristianos, aquellos en los que me educaron, aquellos por lo que creo merece la pena luchar, me lo impiden.
Hasta el momento Israel ha matado a más de 1200 palestinos (300 de ellos niños) y ha producido más de 5000 heridos en la reacción militar más delirante de su historia. Con esta acción Israel ha ido mucho más allá de la ley del talión, se ha retrotraido al segundo milenio a C, a la no-ley de la venganza ilimitada.
Un comportamiento que nuestra civilización occidental cristiana -a la que desde luego no pertenece Israel- no puede admitir. Una acción militar salvaje y descontrolada que tiene el triste record de que cada cuatro muertos que ha producido, uno era un niño. Cuanta gloria para un ejército moderno, trecientos niños. Sólo el que ha sido soldado puede entender o imaginarse la fustración de luchar una guerra sucia y vil para tu país. Sólo el que ha sido soldado puede/debe entender el gran fracaso interior que para un soldado es matar inocentes. Sólo el que ha sido soldado sabe que lo que mueve a uno a luchar voluntariamente por tu país es la defensa de los más altos principios y valores, aquellos que quieres que se preserven para tí y para los tuyos. El problema es cuando tu país te pide que renuncies a estos principios por un supuesto bien superior. Entonces es cuando los soldados se sienten traicionados por los suyos. Me temo que esta guerra dejará también muchas víctimas morales entre las tropas judías.
Y ustedes se preguntaran el porqué de todo este rollo; pués no tiene otro sentido más que reflexionar sobre los más básicos principios que defiende nuestra tan manida civilización occidental, sobre aquello por lo que queremos luchar y aquello que inspira nuestro modo de construir y preservar eso que llamamos la Humanidad. Esos principios que han inspirado a Occidente las mejores acciones que hemos hecho a lo largo de nuestra común historia. Aquello que nos llevó a luchar para poder dotarnos de justicia, de libertad, de derechos, de respeto y de solidaridad.
Dicho esto he de decir -para seguro enfado de muchos- que Israel ha perdido mi respeto con la matanza que ha ejecutado en Gaza por cuestión de estos principios occidentales. Hasta hace bien poco entendía la postura israelita ante la terrible amenaza bajo la que vive continuamente, ante el brutal terrorismo islamista que la golpea una y otra vez, ante el mundo musulmán que busca su eliminación total y ante un Irán delirante que la amenaza con un holocausto nuclear, pero ya no. Mis principios humanistas cristianos, aquellos en los que me educaron, aquellos por lo que creo merece la pena luchar, me lo impiden.
Hasta el momento Israel ha matado a más de 1200 palestinos (300 de ellos niños) y ha producido más de 5000 heridos en la reacción militar más delirante de su historia. Con esta acción Israel ha ido mucho más allá de la ley del talión, se ha retrotraido al segundo milenio a C, a la no-ley de la venganza ilimitada.
Un comportamiento que nuestra civilización occidental cristiana -a la que desde luego no pertenece Israel- no puede admitir. Una acción militar salvaje y descontrolada que tiene el triste record de que cada cuatro muertos que ha producido, uno era un niño. Cuanta gloria para un ejército moderno, trecientos niños. Sólo el que ha sido soldado puede entender o imaginarse la fustración de luchar una guerra sucia y vil para tu país. Sólo el que ha sido soldado puede/debe entender el gran fracaso interior que para un soldado es matar inocentes. Sólo el que ha sido soldado sabe que lo que mueve a uno a luchar voluntariamente por tu país es la defensa de los más altos principios y valores, aquellos que quieres que se preserven para tí y para los tuyos. El problema es cuando tu país te pide que renuncies a estos principios por un supuesto bien superior. Entonces es cuando los soldados se sienten traicionados por los suyos. Me temo que esta guerra dejará también muchas víctimas morales entre las tropas judías.
Quizás por eso el Papa ha afirmado que "Una vez más repito que las opciones militares no son solución y que la violencia, de donde sea que provenga y cualquiera sea la forma que adopte, debe ser condenada con firmeza". Quizás por eso el Cardenal Renato Martino ha dicho que “Gaza se asemeja a un campo de concentración”. Y creo que tienen razón en su condena. Desde nuestro punto de vista occidental cristiano nada debiera dar nunca justifiación a nadie para cometer esta matanza por muchos ataques terroristas que sufra.
Y por supuesto -para no dejar lugar a dudas- ni que decir tiene que nadie tiene el derecho a utilizar el terror para resolver sus problemas de terrritorio. Doy por descontantada mi repulsa total por un regimen como el de Hamás. Hamás no merece la consideración como sujeto capaz de tener una verdadera conciencia político-religiosa. Son simplemente asesinos.
Pero el ponerse moralmente al nivel de Hamás denigra a Israel y los judíos como civilización, por que no debemos olvidar que Israel no pertenece a nuestra civilización. Pertenece a una mucho más antigua, con parecidos orígenes pero con otras influencias y otra historia. Democracia capitalista sí, pero no de nuestra civilización. También Japón y la India lo son, pero no desde luego parte del occidente cristiano. Ni mejores ni peores, simplemente otras.
Y por supuesto -para no dejar lugar a dudas- ni que decir tiene que nadie tiene el derecho a utilizar el terror para resolver sus problemas de terrritorio. Doy por descontantada mi repulsa total por un regimen como el de Hamás. Hamás no merece la consideración como sujeto capaz de tener una verdadera conciencia político-religiosa. Son simplemente asesinos.
Pero el ponerse moralmente al nivel de Hamás denigra a Israel y los judíos como civilización, por que no debemos olvidar que Israel no pertenece a nuestra civilización. Pertenece a una mucho más antigua, con parecidos orígenes pero con otras influencias y otra historia. Democracia capitalista sí, pero no de nuestra civilización. También Japón y la India lo son, pero no desde luego parte del occidente cristiano. Ni mejores ni peores, simplemente otras.