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sábado, 17 de enero de 2009

Israel frente a nuestra civilización.



La ley del talión es recordada hoy en día en "nuestra civilización" occidental generalmente con carácter negativo, generalmente cuando criticamos a alguien que más allá de lo establecido legalmente busca un resarcimiento proporcional al daño sufrido; ojo por ojo y diente por diente.

Pero aquellos que así solo la utilizan en sus razonamientos obvian que en realidad la ley del talión fue el primer intento jurídico de establecer un límite proporcional a la represalia. Exactamente el ojo por ojo era eso, un límite restrictivo estricto. Si te sacan un ojo no puedes más que sacar un ojo, no puedes en contrapartida desproporcionada matar al que te dejó tuerto. Y es que con anterioridad a este avance jurídico del segundo milenio aC la venganza por un daño era normalmente libre y la ley del talión venía a poner coto a los desmanes de la venganza sin límites.

La verdad es que la ley del talión formaba ya parte del famoso Código de Hammurabi y desde luego de la Halajá, la Ley de Moisés, y aún hoy se mantiene como tal en la Sharía. Es por tanto uno de los pilares sobre los que se ha construido el ordenamiento jurídico de muchas culturas y civilizaciones actuales que como la nuestra florecieron del árbol de Abraham. Desde luego la judaica y la musulmana. Entonces cabe preguntarse por qué tiene tan mala prensa en occidente si precisamente nuestro cristianismo bebe de las mismas fuentes que la Halajá o la Sharía e incluso los cristianos aceptamos la Tanaj -y por tanto la Torá- como nuestro Antiguo Testamento.

La respuesta no es sencilla pero desde luego hay un verdadero hito histórico que diferencia definitivamente nuestro occidente cristiano de la civilización judía y la musulmana: el sermón del monte que Jesús de Nazaret lanzó para fundar una nueva religión. Aquel día Jesús subido a una roca derogó para siempre la ley del talión y rompió definitivamente con las leyes antes conocidas en la Tierra de Israel:

(Lc 6.29–30)
38 » Oísteis que fue dicho: “Ojo por ojo y diente por diente”.
39 Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra;
40 al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa;
41 a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos.
42 Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo niegues.

(Lc 6.27–28, 32–36)
43 »Oísteis que fue dicho: “Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo”.
44 Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os odian y orad por los que os ultrajan y os persiguen,
45 para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos y llover sobre justos e injustos.
46 Si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos?
47 Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles?
48 Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.



Una autentica revolución, probablemente la mayor y de mayor repercusión de la historia . Un mensaje incendiario que sólo prendería muy lejos de allí expandiéndose no por casualidad por todas aquellas tierras hasta donde se extendió la cultura grecorromana. Es seguramente esa combinación de Aristóteles, Roma y Jesús lo que conformó definitivamente eso que hoy llamamos nuestra civilización occidental. Luego el resto es bien conocido, la lucha, expansión y oscuridad del medievo, de nuevo Aristóteles y Santo Tomás, el Renacimiento, América y la Ilustración. En definitiva el Occidente Cristiano, nuestra civilización.

Nuestra civilización que nació en aquel sermón, aquel que no sólo no permitía la venganza ilimitada, aquel sermón que fue más allá de la ley del talión, aquel que dijo que pusiésemos la otra mejilla. Que amásemos y respetásemos a nuestro enemigo. Menudo mensaje ¿eh? Sí, el más controvertido, difícil y arriesgado de los que se han transmitido desde el inicio de los tiempos. Demasiadas veces traicionado, tergiversado y utilizado pero aún así también columna vertebral inalterable de lo más profundo y divino que el hombre esconde.

Y ustedes se preguntaran el porqué de todo este rollo; pués no tiene otro sentido más que reflexionar sobre los más básicos principios que defiende nuestra tan manida civilización occidental, sobre aquello por lo que queremos luchar y aquello que inspira nuestro modo de construir y preservar eso que llamamos la Humanidad. Esos principios que han inspirado a Occidente las mejores acciones que hemos hecho a lo largo de nuestra común historia. Aquello que nos llevó a luchar para poder dotarnos de justicia, de libertad, de derechos, de respeto y de solidaridad.

Dicho esto he de decir -para seguro enfado de muchos- que Israel ha perdido mi respeto con la matanza que ha ejecutado en Gaza por cuestión de estos principios occidentales. Hasta hace bien poco entendía la postura israelita ante la terrible amenaza bajo la que vive continuamente, ante el brutal terrorismo islamista que la golpea una y otra vez, ante el mundo musulmán que busca su eliminación total y ante un Irán delirante que la amenaza con un holocausto nuclear, pero ya no. Mis principios humanistas cristianos, aquellos en los que me educaron, aquellos por lo que creo merece la pena luchar, me lo impiden.

Hasta el momento Israel ha matado a más de 1200 palestinos (300 de ellos niños) y ha producido más de 5000 heridos en la reacción militar más delirante de su historia. Con esta acción Israel ha ido mucho más allá de la ley del talión, se ha retrotraido al segundo milenio a C, a la no-ley de la venganza ilimitada.

Un comportamiento que nuestra civilización occidental cristiana -a la que desde luego no pertenece Israel- no puede admitir. Una acción militar salvaje y descontrolada que tiene el triste record de que cada cuatro muertos que ha producido, uno era un niño. Cuanta gloria para un ejército moderno, trecientos niños. Sólo el que ha sido soldado puede entender o imaginarse la fustración de luchar una guerra sucia y vil para tu país. Sólo el que ha sido soldado puede/debe entender el gran fracaso interior que para un soldado es matar inocentes. Sólo el que ha sido soldado sabe que lo que mueve a uno a luchar voluntariamente por tu país es la defensa de los más altos principios y valores, aquellos que quieres que se preserven para tí y para los tuyos. El problema es cuando tu país te pide que renuncies a estos principios por un supuesto bien superior. Entonces es cuando los soldados se sienten traicionados por los suyos. Me temo que esta guerra dejará también muchas víctimas morales entre las tropas judías.

Quizás por eso el Papa ha afirmado que "Una vez más repito que las opciones militares no son solución y que la violencia, de donde sea que provenga y cualquiera sea la forma que adopte, debe ser condenada con firmeza". Quizás por eso el Cardenal Renato Martino ha dicho que “Gaza se asemeja a un campo de concentración”. Y creo que tienen razón en su condena. Desde nuestro punto de vista occidental cristiano nada debiera dar nunca justifiación a nadie para cometer esta matanza por muchos ataques terroristas que sufra.

Y por supuesto -para no dejar lugar a dudas- ni que decir tiene que nadie tiene el derecho a utilizar el terror para resolver sus problemas de terrritorio. Doy por descontantada mi repulsa total por un regimen como el de Hamás. Hamás no merece la consideración como sujeto capaz de tener una verdadera conciencia político-religiosa. Son simplemente asesinos.

Pero el ponerse moralmente al nivel de Hamás denigra a Israel y los judíos como civilización, por que no debemos olvidar que Israel no pertenece a nuestra civilización. Pertenece a una mucho más antigua, con parecidos orígenes pero con otras influencias y otra historia. Democracia capitalista sí, pero no de nuestra civilización. También Japón y la India lo son, pero no desde luego parte del occidente cristiano. Ni mejores ni peores, simplemente otras.

miércoles, 7 de enero de 2009

Israel en Gaza: miedos, preguntas y posibilidades.

No hace dos años que oí en persona al ex-ministro Shlomo Ben Ami detallar una encuesta oficial que manejaba el gobierno de Israel según la cual hasta 60% de la población civil israelí abandonaría la Tierra Prometida si Irán adquiriese la capacidad de usar armamento nuclear, simplemente adquirir. Puede extrapolarse facilmente lo que ocurriría entre la población si se produjese un lanzamiento, con o sin impacto final. No creo que sea necesario detallar lo que esto significa para un estado amenazado permanentemente de desaparición ni lo que estos asuntos influyen en la decisiones de cualquier gobierno que tenga Israel. Desde luego es siempre importante conocer la conciencia colectiva mayoritaria de una sociedad y de sus gobernantes para intentar entender sus decisiones.

Ya hace unos cuantos más años pasé un tiempo en Ramala y Jerusalen -capitales provisional y soñada de la autoridad palestina- visitando a una funcionaria de la UE que era responsable de la supervisión del gasto de los jugosos fondos que la Unión ponía a disposición de los palestinos para la construcción de pozos de agua. Aunque pueda parecer secundario, el agua es el origen de muchos de los problemas en la zona. La UE lo sabía, Palestina también, y desde luego Israel. Los asentamientos judíos estaban -y siguen- curiosamente situados normalmente sobre -literalmente- los acuíferos lo cual deja a las poblaciones palestinas sin el más primario bien de desarrollo y bienestar. El construir pozos avanzados sobre esos mismos acuíferos podrán adivinar que era una actividad poco apreciada por las autoridades israelíes.

Tras la segunda Intifada -iniciada tras la visita de Sharon a la explanada de las mezquitas- todo lo hecho en aquellos años con financiación europea fue destruido: los pozos (lo primero) , el aeropuerto (financiado principalmente por España), los castillos templarios (donde se desarrollaron negocios de turismo) y todo aquello que podía dar esperanza de prosperidad entre los palestinos. Todo. Es también importante tenerlo en cuenta, como en el caso de Israel, para aproximarse a la conciencia colectiva palestina e intentar entender sus decisiones.

De eso se trata, de tratar de entender. No de dictar quién tiene la razón. En realidad, todos tienen sus razones. Y todos siempre piensan -pensamos- que Dios está con nosotros y nuestras santas razones. Y como de eso trata este observatorio, de exponer puntos de vista no de decir lo que a los demás les guste oír, vuelvo por mis fueros y a pesar de la reacción airada de muchos -de todos lados- ante la anterior entrada, me sigo empeñando en intentar discernir los objetivos de Israel al desencadenar esta brutal reacción militar en una franja de territorio que ni es un estado, ni tiene ejército, ni puede, en virtud del tan manoseado derecho legítimo de defensa, responder a la guerra que le plantean una de las FAS más poderosas del planeta.

Y para ello creo que hay que intentar averiguar cuales son los objetivos, los puntos decisivos y la situación final deseada de Israel. Eso que normalmente se conoce como diseño operacional, aquello que liga lo puramente militar y lo estratégico. De su análisis se podría detallar cuál es la lógica israelí en esta campaña. Y aunque desde luego que no está a mi alcance el conocerlo de verdad creo que de la unión de los pasos que está dando Israel ya se puede inferir algo de este diseño.


En primer lugar la campaña militar. Parece que entre los más importantes objetivos militares se cuentan la destrucción física de la infraestructura/"armamento" y de las redes de abastecimiento y comunicaciones de Hamas. La fase aérea parecía encaminada a esta destrucción o al menos a conseguir "ablandar"seriamente su capacidad de resistencia y/o reorganización. De modo colateral podría quedar la neutralización de la cúpula y los milicianos de Hamas. Sin embargo, la fase terrestre parece ser la responsable última de esta parte. En estos objetivos militares es muy probable que la campaña acabe obteniendo importantes éxitos pero cabe preguntarse el para qué. Toda acción militar se debe encaminar a una situación final deseada que es siempre político-estratégica. Es aquí donde los motivos de Israel empiezan a parecer más confusos.

Un primer renglón de esa situación final deseada parece ser -según el discurso oficial del gobierno israelí- liberar a Gaza del yugo de Hamás. Este discurso -junto con el de la GWOT- parece que es el oficial del gobierno israelí pero este observador duda que se sea el de fondo. Seguro que un estado como Israel conoce y ha analizado en detalle las trampas de ambos discursos -que son calcados al de la invasión de Irak. Si Hamás cae, no habrá nadie con quien hacer la paz ni a quien dejarle el control de la franja y entonces Gaza se podría convertir en el Irak del 2004 o en la Somalia del 2008 para las FAS israelíes. No es probable que esto sea todo.

El asunto del control de la franja -o de parte de ella- nos lleva a una posibilidad que parece empezar a vislumbrarse. Nuestro Presidente del Gobierno, en una declaración institucional que iba más allá de lo sensatamente requerido, se alistó en el banderín de enganche de una misión internacional de supervisión de un posible alto el fuego al modo libanés. Lo cierto es que puede que a Israel le haya gustado la fórmula de la FINUL europea que tan buen resultado ha dado en su frontera norte y acabe aceptando -con una media sonrisa- fuerzas militares que protejan una buffer zone desde la cual no sea posible que se le lancen cohetes. Cada día que pasa esta opción parece revelarse como un probable segundo renglón del guión israelí. Desde el punto de vista español parece que deberíamos ser más prudentes en estos asuntos. Ya dije que Israel nos mantiene a los europeos implicados en FINUL como rehenes de sus intereses. Pero ese es otro análisis que tocará en su momento si se produjese.

De la unión de los dos anteriores puntos se podría deducir que una redacción aproximada de la situación final deseada israelí podría ser "Dejar la franja de Gaza en manos de una muy debilitada y desacreditada Hamás y bajo la supervisión de una fuerza internacional creíble que impida las agresiones sobre el territorio israelí". Pudiera ser. Con el tiempo elecciones, Fatah y tregua.

Pudiera ser pero entonces cabe preguntarse por qué tanta contundencia y brutalidad en las acciones. Esos objetivos se podrían quizás lograr con menor coste en credibilidad y legitimidad ante la comunidad internacional con una intervención más ponderada y quizás generando menos odio en el mundo musulmán suní. Quizás es para que no se pueda dudar sobre de quién es la victoria, para que Hamás no pueda salir reforzada como ocurrió con Hezbollah en El Líbano y de paso volver a golpear al chiismo iraní indirectamente. Puede ser, podría parecer que el asunto tendría cierta lógica.

Con todo, el final de este razonamiento - y las opciones racionales que podrían presentarse- me lleva de nuevo al inicio de esta entrada, a aquello que le oí decir a Ben Ami. ¿Por qué tanta brutalidad para acabar con el lanzamiento de unos pocos e ineficaces cohetes? ¿Pudiera ser que Israel sepa algo que es inconfesable ante su propia población? ¿Cuál es la peor pesadilla para Israel -y para cualquier estado occidental- en la actualidad, esa que podría desencadenar algo tan violento, esa que haría correr el pánico entre una élite político-militar? ¿Quizás la combinación de terrorismo y material NBQ-R limpio o sucio? Sinceramente espero que no. Eso sí que sería la peor noticia.

domingo, 28 de diciembre de 2008

La temible tentación.


A veces ocurre. A veces los estados -en manos de asustados e interesados dirigentes- cometen tremendos errores históricos. Israel -en mi opinión- ha cometido el segundo del siglo XXI; el primero - la invasión de El Líbano- acabó en un fiasco militar que en última instancia obtuvo algún rédito estratégico, mantenernos a nosotros -entre otros- como rehenes de su frontera norte, por ejemplo. El segundo, por supuesto, es la calculada matanza que ha desarrollado en la franja de Gaza en los últimos días.

El momento les ha debido parecer el oportuno pero no parece que esta administración de centro-izquierda que ha gobernado Israel en los últimos años haya tomado inteligentes decisiones en el ámbito del uso de su fabulosa fuerza militar. Y eso siempre es un peligro para cualquier estado. Y tampoco parece que la temible tentación de hacer la psicótica "guerra contra el terror" sea patrimonio neocon.
Aunque ya veremos cuál es su jugada a medio plazo, con esta acción Israel acaba de legitimar ante el orbe entero cualquier ataque o represalia que Hamas decida realizar. Así de crudo, pero así es la guerra a la que ellos mismos se han arrastrado. Hamás es una organización terrorista, sin duda, pero Israel con una sobrereacción militar incomprensible acaba de darles el caracter legítimo de oponente bélico, oponente al que ya pocos negarán el derecho a utilizar todas las herramientas que estén a su alcance para defender sus intereses y los de su población, a entrar en la espiral de las represalias sin fin. En definitiva a intentar imponer su voluntad por otros -todos- los medios. La guerra en su estado más puro. Y la guerra -digan lo que digan los timoratos- tiene pocos límites reconocidos.