Blog de seguridad y defensa

viernes, 13 de julio de 2007

¡Y que salga el sol por Antequera!

El día 9 de marzo de 1995, el Gobierno canadiense apresó al pesquero español Estai que pescaba cerca de sus aguas territoriales un pez llamado fletán. Era el estallido de la guerra del Fletan.
En esta guerra Canadá estuvo a punto, según algunas fuentes buen informadas, de ordenar el bombardeo de barcos de pesca que incumpliesen con las exigencias canadienses.


Canadá, ese bello país antes conocido por su carácter afable y pacífico, estaba dispuesto a atacar a barcos de un país aliado en de la OTAN y así elevar un conflicto que se había gestado desde hacía años en despachos de Bruselas y Ottawa.
Como todos, este conflicto no fue casual ni caprichoso, desde 1977 Canadá y la entonces CEE mantenían tensiones por el establecimiento por parte de Canadá de zonas de exclusión ecológicas en el Atlántico Noroeste para prevenir la disminución de la pesca en sus caladeros territoriales.
Pero fue en 1994 -cuando Canadá promulgó la ley del 12 de mayo “Coastal Fisheries Protection Act” que amparaba el derecho de extraterritorialidad y la posibilidad de detener buques de otras banderas más allá de las doscientas millas apoyándose en las medidas de conservación y administración que debían observar los buques en cuestión- cuando se produce una fuerte tensión entre Canadá y la Unión Europea debido a la unilateralidad de la misma. A ello se unió la lucha que se produjo en el seno de la NAFO en el reparto de las tasas de capturas por la que se fijaba a la UE solamente 3.400 toneladas, mientras los canadienses lograban el 60,37% alegando derechos como estado ribereño. Ello suponía que la flota europea veía como sus capturas legales se reducían en un 92% y la canadiense veía incrementarlas en un 70%.
La Unión Europea -de acuerdo con los reglamentos de la NAFO- planteó objeción a ese reparto y se fijó una cuota autónoma de 18.630 toneladas (69%), lo que se acordó en el consejo de ministros del veintiocho de febrero de 1995, comunicándole el tres de marzo del mismo año al Secretario Ejecutivo de la NAFO dicha resolución unilateral por parte de la UE. Por su parte Canadá reaccionó fijando unilateralmente una moratoria de sesenta días para la captura del fletán e incluyendo a España y a Portugal en la lista de países sobre los que se concedía a si mismo la potestad para actuar en aguas internacionales si violaban tal moratoria. La actividad de la flota española en aquel momento estaba conformada por 36 barcos españoles y 11 buques portugueses.
Todos estos prolegómenos dejaban el asunto listo para que la batalla política se continuase en la mar por otros medios. La guerra del fletán estalló con el apresamiento del Estai.
Por aquella época era ministro de Asuntos Exteriores el Sr. Javier Solana. En España se luchaba una batalla política dura - muy dura- que a la postre acabaría con la caída del gobierno socialista de Felipe González tras 14 años en el poder. Pues bien, España en aquel conflicto y su posterior resolución a través de la UE, jamás encontró el apoyo del Reino Unido, que se comportó como la quinta columna en el seno del Unión; ante lo que protestó enérgicamente España recordando a la Pérfida Albión que la insolidaridad que en ese momento mostraban con nosotros sería anotada en la agenda del debe para ser devuelta tan pronto como fuera posible.
En los diarios ingleses de la época, sobre todo en los tabloides como el Daily Mail, se llamaba a la lucha contra “el español” recordando el intento de invasión de la Armada española en tiempos de Francis Drake: “Los canadienses”, dijeron, “son nuestros primos; tenemos lazos de sangre y compartimos la historia, la lengua y la raza. Nuestras tradiciones, sistema legal, pesos y medidas, características nacionales y religión son casi idénticas. La Constitución de Canadá se basa en la Carta Británico-Norteamericana de 1867. La reina de Canadá vive aquí en Londres. La soberana de Canadá es la reina Isabel II.” Como contraste, los ingleses nada tienen en común con los españoles: “ni lazos de sangre, ni historia compartida, ni lengua ni raza. Los españoles descienden de los íberos, que llegaron de África del Norte.”
Ahora doce años después parece que la Commonwealth ataca de nuevo y que Gran Bretaña nos va a montar otra vez el espectáculo para defender el barco , esta vez, de los primos estadounidenses.
Yo por mi parte, reitero como ayer, que con el Odissey Explorer como con el Rainbow Warrior.
Y que salga el sol por Antequera.

2 comentarios:

  1. Que falta nos hace un servicio de guardacostas. Ya tenemos la Guardia Civil del Mar, por que no lo aprovechamos?, y de paso que blinden sus competencias, para evitar las injerencias autonómicas.
    Nuestros amigos ingleses...siempre dicen los de la Armada que en las maniobras conjuntas con otros países siempre son los ingleses con los que no terminan por congeniar. Y esa prensa inglesa, tan fina y elegante como siempre.
    Gibraltar ¿ por qué no se lo compramos ?, ya que les estamos comprando unas cuantas de sus grandes empresas,aprovechemos. Total, con el dinero que los turistas ingleses nos dejan en alcohol cada año amortizaríamos los pagos.
    Ejem, ¿ se me nota mi gran simpatía hacia los british, forjada tras años de trabajo en hoteles?.

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  2. Hay que reconocer que son un gran país a pesar de todo.
    Como dijo uno de sus más insignes hijos : "La Grandeza de un hombre se mide por el tamaño de aquello que lo enfurece". (Lord Morley).
    Historicamente fueron grandes adversarios de España durante mucho tiempo y su fortaleza nos engrandeció también a nosotros como sus más peligrosos enemigos.
    Lastima de impaciencia de aquel buen rey.
    Tú soplaste el viento, el mar les cubrió.
    Se hundieron como plomo en las poderosas aguas.
    (Éxodo 15:10)

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