Los piratas atacan de nuevo a la voz de ¡tesoro a la vista!
Hoy leo con alborozo que el buque estadounidense Ocean Alert de la compañía de cazatesoros Odyssey Marine Exploration ha sido apresado por la Guardia Civil en aguas de Cádiz, ejecutando así la orden dictada en junio por una jueza de Cádiz para apresar los buques de Odyssey -el otro en la zona es el Odyssey Explorer- en cuanto entraran en aguas territoriales españolas (ya que se refugiaban en Gibraltar) para llevarlos a un puerto español y proceder a su registro. El asunto estalló cuando la compañía anunció en EEUU a bombo y platillo el descubrimiento de un tesoro perteneciente a un buque hundido denominado “Cisne Negro”.
Hoy leo con alborozo que el buque estadounidense Ocean Alert de la compañía de cazatesoros Odyssey Marine Exploration ha sido apresado por la Guardia Civil en aguas de Cádiz, ejecutando así la orden dictada en junio por una jueza de Cádiz para apresar los buques de Odyssey -el otro en la zona es el Odyssey Explorer- en cuanto entraran en aguas territoriales españolas (ya que se refugiaban en Gibraltar) para llevarlos a un puerto español y proceder a su registro. El asunto estalló cuando la compañía anunció en EEUU a bombo y platillo el descubrimiento de un tesoro perteneciente a un buque hundido denominado “Cisne Negro”.
Las alarmas saltaron. La palabra expolio volvió a estar de moda en las tertulias. Mientras, las acciones de Odyssey Marione Exploration subieron como una ola -hasta un 117%- justo cuando las pérdidas de la empresa ascendían a 24,5 millones de dólares.
La acción que es investigada por la justicia comenzó en marzo de 2007, cuando la empresa logró un permiso para buscar -en ningún caso extraer- el HMS Sussex. Al ser un barco inglés, el patrimonio de este barco pertenecía a la pérfida Albión y por tanto a ellos correspondía velar por ese patrimonio.
Pero dos meses después del inicio de la búsqueda ha saltado la liebre del descubrimiento de un pecio al que han apodado el “Cisne Negro”, nombre misterioso con el que la compañía ha ocultado el nombre del buque cuya identidad dice no saber pero que, insisten, no es el Sussex.
Los hechos son que durante el mes de marzo ambos navíos –el apresado y el que se refugia en ese nido de piratas en el que se ha convertido Gibraltar-desplegaron una intensa actividad en aguas del Estrecho. En las posiciones recogidas por Aislive, un sistema de localización de barcos al que puede acceder cualquier naviero previo pago, se puede identificar a ambas embarcaciones durante varias semanas de marzo en una muy pequeña área a 9,8 millas de La Línea (Cádiz), en aguas españolas del Mediterráneo.
Dos meses después, y unos días antes de que se presentara el hallazgo en EEUU, la compañía fletó un avión que voló de Nueva York a Gibraltar, fue cargado en la colonia, y regresó a EEUU. La operación de carga fue fotografiada, fotos que fueron tratadas por Odyssey Marine Exploration para borrar en ellas la efigie de las monedas halladas y hacerlas irreconocibles. Tremendamente sospechoso, ¿qué noble monarca –que no quieren que el mundo conozca- ha sufrido tal desprecio?
Muy probablemente algún día se sabrá.
No hay que olvidar que este no es más que uno de los ya muchos incidentes que esta compañía y sus barcos han protagonizado en el Estrecho.
Entre noviembre de 1998 y marzo de 1999 el buque Seahawk estuvo haciendo prospecciones en la zona de levante del Estrecho, en Ceuta, en Málaga, sin ningún permiso, aunque entonces nadie les apercibió.
Meses más tarde, ya en 2000, pidieron permiso al Gobierno para seguir con sus búsquedas. «El Ejecutivo se lo concedió», explica el periodista y abogado Pipe Sarmiento, que lleva ocho años siguiendo la pista de Odyssey por costas españolas, «pero con la condición de que no se movieran de una zona acordada y de que en sus salidas fuesen a bordo un oficial de la Armada y un arqueólogo españoles».
Durante meses estuvieron con una nueva embarcación, el Minibex. «Pero hicieron salidas sin los representantes españoles a bordo y en ellas se saltaron los límites acordados, así que en febrero de 2002 se les expulsó», explica Sarmiento.
Vuelven, otra vez sin permisos y con un barco más grande, el Ocean Boomer, en junio de 2003. Esta vez no atracan en puertos españoles sino en Gibraltar. Pero siguen campando a sus anchas hasta que en noviembre la Guardia Civil asalta el barco y les echa de nuevo.
No es obstáculo para que regresen. «Los volvimos a detectar en diciembre de 2004 con un barco más pequeñito, el RV Odyssey», continúa Sarmiento. «Y de nuevo la Guardia Civil los vuelve a expulsar por realizar operaciones sin permiso en el mar territorial español en febrero de 2005».
Hasta que en diciembre de 2006 llegan ya con la joya de la corona, el Odyssey Explorer. Con sus primeros beneficios, tras la extracción del SS Republic, la compañía había adquirido este barco camaronero de más de 60 metros de eslora y lo había sometido a una completa reforma. Sobre todo le había instalado una grúa de más de 20 toneladas en la banda de estribor para mover el robot ZEUS. Capaz de sumergirse a más de 6.000 metros de profundidad, el ZEUS fue desarrollado para la marina estadounidense. Es el sueño de cualquier cazatesoros, cuesta unos 7,5 millones de euros y, según Sarmiento, sólo habrá tres o cuatro en manos civiles.
Probablemnte la joya de la corona llegó porque para entonces, Stemm y sus socios de Odyssey –después de años escudriñando el fondo- ya debían de tener una idea bastante aproximada de lo que podría haber en aguas del Estrecho, más allá del Sussex. Peinando la documentación del archivo de Indias, verificando qué barcos se hundieron, qué carga llevaban y qué parte se pudo rescatar, expertos en patrimonio estiman que bajo las aguas del Estrecho podrían haber quedado sumergidos unos 116.000 millones de euros, la octava parte del PIB español.
Da por tanto la impresión de que, aunque se ha pescado al pez chiquito, el pez grande se encuentra en Gibraltar a refugio de nuestra Guardia Civil. ¿Ha sido esto una tentativa fallida que sacrifica un peón para salvar una reina?
No lo sabemos pero a buen seguro que la Guardia Civil y la Armada están atentos a la bocana.
La justicia les persige con la Ley de Auxilios, Remolques, Extracciones y Hallazgos de 1962, un cuerpo legal que quedó inmerso en la Ley de Puertos y de la Marina Mercante. Y gracias a ello esperemos que el Ocean Alert se pudra en las dársenas gaditanas hasta el fin de los días como monumento muerto a la piratería en el Mediterraneo.
Sin embargo yo propongo que con el Odissey Explorer como con el Rainbow Warrior.
Que espabilen nuestros servicios de limpieza. Tienen tiempo de planear. Sería un buen homenaje si se hiciese a las 21:40 del 15 de febrero de 2008.
La acción que es investigada por la justicia comenzó en marzo de 2007, cuando la empresa logró un permiso para buscar -en ningún caso extraer- el HMS Sussex. Al ser un barco inglés, el patrimonio de este barco pertenecía a la pérfida Albión y por tanto a ellos correspondía velar por ese patrimonio.
Pero dos meses después del inicio de la búsqueda ha saltado la liebre del descubrimiento de un pecio al que han apodado el “Cisne Negro”, nombre misterioso con el que la compañía ha ocultado el nombre del buque cuya identidad dice no saber pero que, insisten, no es el Sussex.
Los hechos son que durante el mes de marzo ambos navíos –el apresado y el que se refugia en ese nido de piratas en el que se ha convertido Gibraltar-desplegaron una intensa actividad en aguas del Estrecho. En las posiciones recogidas por Aislive, un sistema de localización de barcos al que puede acceder cualquier naviero previo pago, se puede identificar a ambas embarcaciones durante varias semanas de marzo en una muy pequeña área a 9,8 millas de La Línea (Cádiz), en aguas españolas del Mediterráneo.
Dos meses después, y unos días antes de que se presentara el hallazgo en EEUU, la compañía fletó un avión que voló de Nueva York a Gibraltar, fue cargado en la colonia, y regresó a EEUU. La operación de carga fue fotografiada, fotos que fueron tratadas por Odyssey Marine Exploration para borrar en ellas la efigie de las monedas halladas y hacerlas irreconocibles. Tremendamente sospechoso, ¿qué noble monarca –que no quieren que el mundo conozca- ha sufrido tal desprecio?
Muy probablemente algún día se sabrá.
No hay que olvidar que este no es más que uno de los ya muchos incidentes que esta compañía y sus barcos han protagonizado en el Estrecho.
Entre noviembre de 1998 y marzo de 1999 el buque Seahawk estuvo haciendo prospecciones en la zona de levante del Estrecho, en Ceuta, en Málaga, sin ningún permiso, aunque entonces nadie les apercibió.
Meses más tarde, ya en 2000, pidieron permiso al Gobierno para seguir con sus búsquedas. «El Ejecutivo se lo concedió», explica el periodista y abogado Pipe Sarmiento, que lleva ocho años siguiendo la pista de Odyssey por costas españolas, «pero con la condición de que no se movieran de una zona acordada y de que en sus salidas fuesen a bordo un oficial de la Armada y un arqueólogo españoles».
Durante meses estuvieron con una nueva embarcación, el Minibex. «Pero hicieron salidas sin los representantes españoles a bordo y en ellas se saltaron los límites acordados, así que en febrero de 2002 se les expulsó», explica Sarmiento.
Vuelven, otra vez sin permisos y con un barco más grande, el Ocean Boomer, en junio de 2003. Esta vez no atracan en puertos españoles sino en Gibraltar. Pero siguen campando a sus anchas hasta que en noviembre la Guardia Civil asalta el barco y les echa de nuevo.
No es obstáculo para que regresen. «Los volvimos a detectar en diciembre de 2004 con un barco más pequeñito, el RV Odyssey», continúa Sarmiento. «Y de nuevo la Guardia Civil los vuelve a expulsar por realizar operaciones sin permiso en el mar territorial español en febrero de 2005».
Hasta que en diciembre de 2006 llegan ya con la joya de la corona, el Odyssey Explorer. Con sus primeros beneficios, tras la extracción del SS Republic, la compañía había adquirido este barco camaronero de más de 60 metros de eslora y lo había sometido a una completa reforma. Sobre todo le había instalado una grúa de más de 20 toneladas en la banda de estribor para mover el robot ZEUS. Capaz de sumergirse a más de 6.000 metros de profundidad, el ZEUS fue desarrollado para la marina estadounidense. Es el sueño de cualquier cazatesoros, cuesta unos 7,5 millones de euros y, según Sarmiento, sólo habrá tres o cuatro en manos civiles.
Probablemnte la joya de la corona llegó porque para entonces, Stemm y sus socios de Odyssey –después de años escudriñando el fondo- ya debían de tener una idea bastante aproximada de lo que podría haber en aguas del Estrecho, más allá del Sussex. Peinando la documentación del archivo de Indias, verificando qué barcos se hundieron, qué carga llevaban y qué parte se pudo rescatar, expertos en patrimonio estiman que bajo las aguas del Estrecho podrían haber quedado sumergidos unos 116.000 millones de euros, la octava parte del PIB español.
Da por tanto la impresión de que, aunque se ha pescado al pez chiquito, el pez grande se encuentra en Gibraltar a refugio de nuestra Guardia Civil. ¿Ha sido esto una tentativa fallida que sacrifica un peón para salvar una reina?
No lo sabemos pero a buen seguro que la Guardia Civil y la Armada están atentos a la bocana.
La justicia les persige con la Ley de Auxilios, Remolques, Extracciones y Hallazgos de 1962, un cuerpo legal que quedó inmerso en la Ley de Puertos y de la Marina Mercante. Y gracias a ello esperemos que el Ocean Alert se pudra en las dársenas gaditanas hasta el fin de los días como monumento muerto a la piratería en el Mediterraneo.
Sin embargo yo propongo que con el Odissey Explorer como con el Rainbow Warrior.
Que espabilen nuestros servicios de limpieza. Tienen tiempo de planear. Sería un buen homenaje si se hiciese a las 21:40 del 15 de febrero de 2008.
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