Blog de seguridad y defensa

martes, 3 de julio de 2007

¿QUIÉNES SON?

“Yo necesitaba para mi vida personal orientarme
sobre los destinos de mi nación, a la que me sentía
radicalmente adscrito”. “Yo necesitaba sin remisión
ni demora aclararme un poco el rumbo de mi país
a fin de evitar en mi conducta, por lo menos,
las grandes estupideces” .
José Ortega y Gasset
(prólogo a la 2ª edición de “España invertebrada”. 1934).


En la serie de preguntas que quiero responder -y cómo paso lógico posterior a la ya planteada de ¿qué estamos luchando?- creo que se encuentra la cuestión de ¿con quién estamos luchando?
Ante esta pregunta cualquier observador avezado puede contestar rápidamente que “ellos” son los integrantes de lo que el Ministro Alonso ha denominado el “yihadismo internacional”. Parece obvio, pero hasta hace poco no lo era tanto.


Esta afirmación de nuestro Ministro de Defensa ya es un salto cualitativo importante. Hasta ahora – en la versión oficial de todos- se culpaba al “terrorismo internacional” sin determinar. Por fin un portavoz oficial del gobierno español- de éste y de los anteriores- reconoce que “el terrorismo” indeterminado –técnica empleada y no sujeto de la acción- no es el culpable.
Quizá –una vez asumido por nuestros dirigentes- es la hora de detallar y completar nuestra
Revisión Estratégica de la Defensa y darle nombre a ese “terrorismo exterior” indeterminado que forma parte del “conflicto asimétrico”, ese “fenómeno nuevo al que se enfrentan los ejércitos tradicionales”.
Quizá es el momento de completar y coordinar las operaciones militares con otras acciones de ámbito distinto para lograr una estrategia global de lucha contra el yihadismo internacional coordinada con nuestros aliados.
A lo mejor cabría decir que el extremismo islamista transnacional ha emprendido una “guerra subversiva global” en la que van a intentar extender su acción heterogéneamente de forma horizontal (más países) y vertical (dentro de los países) para intentar alcanzar el poder en todos aquellos lugares donde atisben la más mínima posibilidad de iniciar la insurrección y que mientras se lo impidamos desplegando “fuerzas de paz” o “fuerzas de guerra” en lo que ellos consideran su “Patria Islámica” -incluida Al Andalus e Israel- nos atacaran donde, cuando y como puedan.
Ahora que estamos fuera de Irak, algunos miembros de la izquierda española -y por contraposición permanente algunos de la derecha- ya no entienden el porqué de los insidiosos ataques si nosotros ya dijimos "no a la guerra" e impulsamos la Alianza con su civilizacción. Se debaten desconcertados buscando las causas y los responsables. Deberían atender a lo dicho y hecho por éste país en el pasado e intentar verlo desde el otro lado de la colina.
Es premisa militar ineludible el conocer exactamente a tu enemigo antes de comenzar a combatir; aquí ya llevamos retraso, el día que
EEUU invocó el artículo 5 del Tratado del Atlántico Norte y España, en solidaridad con el agredido, decidió apoyarle en su contraofensiva atacando Afganistán, se involucró en un combate del que, me temo, desconocíamos casi completamente su dinámica, sus motivaciones y sus intenciones.
Son curiosas las afirmaciones de unos y otros al inicio de nuestra singladura en la Operación Libertad Duradera –en la que participamos de 2001 hasta 2004- casi seis años después:

El presidente del Gobierno, José María Aznar, confirmó anoche que unidades españolas «están ya cumpliendo las misiones que les han sido encomendadas» como miembros de la OTAN en el ataque contra Afganistán.
El Presidente Aznar quiso transmitir a los ciudadanos españoles un mensaje de tranquilidad «en el sentido de que todas las medidas han sido adoptadas y de confianza en la seguridad de que el éxito culminará nuestros esfuerzos en la lucha contra el terrorismo».
El secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, respaldó los ataques estadounidenses y reprochó al Gobierno que no actúe con más agilidad ante lo que calificó como «una acción preventiva» contra el terrorismo internacional.
Por el contrario, el coordinador general de IU afirmó que el ataque es «ilegítimo» porque «no responde al derecho internacional». A su juicio, «sólo servirá para provocar una espiral de odio». EL MUNDO. 8 de octubre de 2001.

No hace falta comentario, todos –excepto alguno- nos embarcamos en aquella operación sin saber dónde nos llevaba, sin valorar detenidamente sus efectos.
Quizá, si lo hubiésemos valorado adecuadamente, hubiésemos llegado a la conclusión de que moralmente había que hacerlo en defensa de nuestras convicciones, pero nos habríamos ahorrado quizás seis años de paños calientes. Paños calientes que sin meditarlo mucho nos llevaron a Irak, a más Afagnistán y ahora nos han llevado a El Líbano. El simple -pero importante- hecho de apoyar al aliado agredido desencadenó el apoyo incondicional contra el nuevo enemigo babilonio; el simple - pero importante- hecho de contar con el sello de calidad de la ONU desencadenó un despliegue inmediato esta última vez. Quizás volvimos a no valorar lo que hacíamos. Los efectos...
Es importante estar en el Líbano, pero este movimiento de alfil debería haber sido consecuencia de nuestra idea global en la partida que iniciamos. Basta ya de movimientos inconexos. Es urgente que nos detengamos a planear los siguientes movimientos.

No pongo en duda la necesidad de ir a El Líbano, pero si pongo en duda seriamente que se haya hecho como parte de una estrategia meditada. Como señala la más basica teoría de las relaciones internacionales, el adquirir peso internacional obliga a todos los jugadores (estados y actores) que se sientan en el tablero a reposicionarse. Alguien cede para que alguien tome. El intentar obtener peso internacional sin un perfecto planeamiento previo de efectos, como intentó nuestra anterior administración e intenta ésta actual -jaleadas ambas por sus aficiones- no es un juego. Y menos si se juega con alfiles blancos armados en los dominios de las negras.
Pero ahora es hora de analizar dónde estamos, cómo hemos llegado aquí y de, inmediatamente, mirar al camino que nos espera. Es por ello, por lo que no cejo en mi determinación de contestar a las preguntas clave, por lo que puedan aclararme a mí o al que lea estas líneas -allá donde se encuentre- sobre el futuro de esta lucha. Pues bien, definitivamente, ¿a quién estamos combatiendo?
Desde el punto de vista facultativo, el terrorismo es una técnica de lucha crucial en la guerra subversiva, pues permite luchar contra estados poderosos y sus fuerzas militares con unos medios muy limitados, logrando “éxitos” que si bien de escasa entidad en la magnitud de los daños producidos, producen efectos importantes en la conciencia y determinación general de las sociedades o fuerzas militares que los sufren. En la actualidad se distinguen tres amenazas principales que usan el terrorismo como método de lucha, aunque no todas ellas con igual fin:
La amenaza blanca: Está vertebrada por el crimen organizado y se enreda con asuntos de índole variada como las corrientes migratorias ilegales, el tráfico de narcóticos, la trata de mujeres y el contrabando de armas. Aunque utilizan las acciones terroristas como método de lucha en sus organizaciones más desarrolladas -centro y sur del continente americano y en Asia en el triángulo de la frontera entre China, Birmania y Laos- y es utilizado de forma selectiva por grupos existentes en la frontera este de la Unión Europea, difieren de otras amenazas en que su carácter esencial no es político, étnico o religioso, sino el afán de lucro, íntimamente relacionado con la supervivencia de la organización como empresa (criminal).
La amenaza marrón: Surge de motivaciones nacionalistas -principalmente-, ideológicas y, a veces, étnicas. Desde el punto de vista europeo nos amenazan los que surgen en nuestros propios territorios o en nuestras fronteras próximas. No dudan en usar el terrorismo selectivo como método de lucha, pero no logran desarrollar el modelo de guerra subversiva clásica, usan el terror y el chantaje para presionar a la sociedad o a los gobernantes y a cambio obtener concesiones políticas inmediatas, lo cual, indirectamente, reconoce la legitimidad del estado con el que luchan.
Y finalmente la amenaza verde: En ella predominan las motivaciones de tipo religioso. Utiliza el paradigma asimétrico de la guerra subversiva: en una primera fase preinsurreccional basa sus acciones en el terrorismo como el principal medio de lucha inicial para pasar –tan pronto como le sea posible- a la fase insurreccional caracterizada por el terrorismo generalizado y al encuadramiento organizado de fuerzas paramilitares que constituyan la “guerrilla” o el “ejército de liberación” . En este sentido, sus estrategia responde a un modelo totalmente distinto al de los grupos terroristas a los que estamos acostumbrados en Occidente. No presiona a la sociedad o a los gobernantes para conseguir a cambio determinadas concesiones. No busca el chantaje. Su terrorismo responde al paradigma de guerra: utiliza la violencia para infligir una auténtica derrota al enemigo e imponer después su voluntad sin negociación alguna. Busca en definitiva la capitulación total en todos los frentes. Su germen fue Oriente Próximo; aunque, mutatis mutandi, además de buscar la ya descrita proliferación vertical está buscando y consiguiendo proliferar horizontalmente para intentar encuadrar “ejércitos globales de liberación” con nexos y estructuras cada vez más fuertes. Hasta ahora ha extendido su lucha a Oriente Medio, a Asia y África y ha golpeado en EEUU y Europa.
Cuando nuestros dirigentes –y los de otros países- dijeron y dicen que iban a luchar contra el ”terrorismo internacional” atacando Afganistán estaban cometiendo como mínimo un error de apreciación, nada tenía que ver esta vez la lucha contra ETA o las FARC, miembros por derecho del club “terrorismo internacional”, con el enemigo al que nos enfrentábamos.
No iban a luchar contra tal entelequia, iban a luchar contra una organización extremista islamista que había tomado el poder en un país a través de una guerra subversiva vertical y que había perpetrado un ataque terrorista a la nación más poderosa del mundo “en justa venganza por haber profanado con sus infieles pies los Santos Lugares del Islam” muchos años atrás.

Éste era- y es- el adversario.
Pero ahora seis años más poderoso, seis años más enquistado y seis años más sigiloso.

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