Todos lo vienen advirtiendo, la yihad global se endurece y se extiende en el Magreb y casi con toda seguridad va pronto a llamar a nuestra puerta, o para ser más exacto a dos puertas que tenemos en África.
La tunecina Khadija Mohsen-Finan, investigadora del Instituto Francés de Relaciones Internacionales afirmaba a principios de 2007 que el Grupo Salafista de Predicación y Combate (GSPC) "Se convierte en un grupo transnacional".
El GSPC poco después anunció que se renombraba para ser conocido desde entonces como Al-Qaeda en el Magreb Islámico lo cual confirmaba que se había adherido a la primera red de Al Qaeda.
El 9 de enero de 2007, a poco de anunciar ese cambio en su denominación, se pronunciaba así:
“abrazamos la yihad para cumplir con un precepto divino ineludible que se nos impuso desde la caída de al-Andalus y la venta de Palestina, y desde que nos dividieron las fronteras que inventaron los invasores”. Apenas una semana antes, su máximo dirigente se había dirigido solemnemente a los musulmanes argelinos también como “nietos de Tarek ben Ziyad” e “hijos de Yusuf bin Tashfin”.
Yusuf Bin Tashfin fue el emir almorávide que aglutinó los reinos de taifas peninsulares para incorporarlos a su dominio norteafricano y en 1086 combatió victoriosamente a las tropas de Alfonso VI de Castilla.
Pues bien parece que los atentados que se han producido en los siete primeros meses del año en Marruecos, Argelia, Túnez y Egipto lo confirman: Al Qaeda tiene ya conformada una infraestructura operativa extensa en el Magreb bajo su directo control que está dispuesta para atacar y recuperar Al Andalus.
Por si esta afirmación pareciese circunstancial, hay que recordar que en el mes diciembre de 2006 Al-Yasira difundió extractos de otro mensaje de Ayman al Zawahiri, en el cual explicita por enésima ocasión que los objetivos de la yihad global en curso son, por una parte, recuperar las tierras que históricamente fueron musulmanas y, por otra, la formación de un califato islámico de acuerdo con la sharía o ley islámica, se supone que en la versión rigorista que es propia del salafismo yihadí. Además, acusaba vehementemente a Naciones Unidas de legitimar con su Carta la ocupación de lo que considera territorios históricamente musulmanes por parte de Gobiernos no musulmanes y de obligar a que los países que pertenecen a dicho organismo internacional reconozcan y acepten, entre otras, “la ocupación española de Ceuta y Melilla”.
En febrero de 2007, Ayman Al Zawahiri reiteraba esa fijación suya con al-Andalus como parte de los objetivos últimos de la yihad global. En esta ocasión lo hizo tras una referencia a la evolución de los grupos y organizaciones yihadistas en el espacio del Magreb. Mostraba su respaldo a los “leones” que batallan en esos denominados márgenes occidentales del islam y añadía:
“pido a Alá que os conceda que mantengáis vuestros pies firmes para obedecerle y que os conceda su ayuda y su victoria, y así liberéis el Magreb islámico e icéis el estandarte de la yihad para que ondee victorioso sobre su tierra, y que Alá os conceda el favor de pisar pronto con vuestros pies puros sobre el usurpado al-Andalus”.
Fernando Reinares apunta en su ARI Nº 33/2007 de fecha 8/03/2007:
“Estas y otras citas belicosas sobre al-Andalus no son, es cierto, una novedad en el discurso fundamentalista que subyace al terrorismo global. Abdullah Azzam, mentor ideológico de Osama bin Laden durante la guerra que enfrentó a los muyahidín y los ejércitos soviéticos en Afganistán, promotor luego de la yihad defensiva en otras zonas del mundo, ya a finales de los ochenta mencionaba expresamente a al-Andalus entre las tierras que fueron musulmanas y deben recuperarse. Adalides religiosos muy influyentes entre los seguidores de al-Qaeda tanto en países norteafricanos como europeos, casos de Abu Qutada y Mohammed Fazazi, han hecho frecuentes menciones al retorno de al-Andalus bajo dominio islámico. La misma idea es recurrente en no pocos documentos de orientación neosalafista incautados en operaciones policiales desarrolladas en territorio europeo desde hace años, así como en foros privados de Internet donde la noción de una campaña yihadista en al-Andalus se asocia habitualmente con expresiones de venganza hacia España. Incluso los terroristas que reclamaron la autoría de los atentados del 11 de marzo se presentaban como “brigada en al-Andalus” y a fines de ese mes grabaron un vídeo en el que afirmaban: “continuaremos nuestra yihad hasta el martirio en la tierra de Tarek ben Ziyad”. Pero es la frecuencia y agresividad con la que últimamente se evoca al-Andalus desde el directorio mismo de al-Qaeda lo que resulta inquietante en una perspectiva española. “
Y en las conclusiones que formulaba decía:
“España es hoy más blanco de al-Qaeda que antes de los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid. Incluso es probable que nuestro país sea ahora más blanco del terrorismo internacional que nunca antes y, por la naturaleza de los indicadores que lo ponen de manifiesto, en modo alguno se trata de una situación pasajera. “
“Estas y otras preocupantes circunstancias podrían tener consecuencias para la seguridad nacional tanto a corto como sobre todo a medio y largo plazo, al producirse alteraciones en la modalidad de posibles nuevos actos de terrorismo internacional, siendo ahora más verosímil de cuanto lo era hace dos o tres años que se perpetren en España atentados suicidas o contra blancos altamente simbólicos y dotados de considerables medidas de protección.”
“A lo largo de los últimos tres años se ha avanzado mucho en la adaptación de nuestras estructuras nacionales de seguridad ante los desafíos que plantea el terrorismo yihadista. Ahora bien, puede que la amenaza que al-Qaeda, su extensión regional en el Magreb y otras organizaciones yihadistas procedentes del sur de Asia o de Oriente Medio pero con conexiones en nuestro país suponen para ciudadanos e intereses españoles esté evolucionando a una cadencia no suficientemente compensada por los esfuerzos antiterroristas y contraterroristas“.
Quizás cabe decirlo más alto y más veces, pero creo que no es fácil decirlo más claro.
Es urgente que se revise nuestra estrategia global de seguridad, desde la que es hasta la que puede ser para –de manera consensuada- acordar una que sea global, estable, eficaz y que afronte de manera conexa la amenaza que está y que más pronto que tarde va a llamar de nuevo al timbre de nuestra realidad.
Me temo que de nada sirven las advertencias ahora-como no valieron antes-; la realidad de muchos está en otros asuntos, quizá no menos importantes, pero de los que no dependen la vida de nuestros conciudadanos.
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