Coherencia rusa y amplitud de miras.

Gorbachov critica a la UE y la OTAN en Ria Novosti por decidir sobre Kosovo al margen de la ONU .

Para entender la coherencia de la estrategia rusa (la suya sí que lo es) a lo largo de los últimos 17 años es imprescindible leer las muy interesantes reflexiones de Pavel E. Felgenhauer para el Real Instituto Elcano: “Tácticas y objetivos estratégicos de la posición rusa con respecto a la independencia de Kosovo”. Felgenhauer es un analista independiente ruso de defensa adscrito en la actualidad a Novaya Gazeta, periódico donde militaba hasta su asesinato Anna Politkovskaya. Personalmente destacaría de sus conclusiones:

“El que Kosovo llegara a convertirse en otro “conflicto congelado” más, sin claros enfrentamientos pero sin una solución política permanente, beneficiaría a Moscú. Unas interminables negociaciones bajo supervisión internacional en busca de una solución inexistente que concilie plenamente las aspiraciones albanokosovares de independencia con el rechazo total por parte de Serbia de semejante idea mantendrían la influencia de Rusia en los Balcanes, evitando al mismo tiempo que Serbia ingresara en la UE y otras instituciones occidentales. La cohesión occidental y los vínculos transatlánticos se verán sometidos a presiones mientras crece el poder de veto de Rusia en la ONU y mejora su posición a nivel internacional. Los grandes negocios rusos vinculados al Kremlin estarán en mejor situación de adquirir activos serbios privatizados y los comerciantes de armas rusos dispondrán de la oportunidad de suministrar nuevas armas a los serbios, al amenazar ciertos funcionarios en Belgrado con reducir las relaciones diplomáticas con las naciones que reconozcan la independencia de Kosovo y hablarse incluso de un posible uso de la fuerza para “preservar la integridad territorial de Serbia” (Kommersant, 7/IX/2007). Su inflexible postura con respecto la independencia de Kosovo ha situado a Rusia en una posición tan ventajosa, en la que tiene todas las de ganar, que resulta improbable que vaya a modificarla en un futuro próximo.”

Se debe meditar seriamente sobre estos asuntos: las repercusiones de que Serbia se convierta en otro “conflicto congelado” sin solución sobre el que Rusia pueda crear otro ”obediente Estado cliente”, las repercusiones que tendría en Europa una hipotética división occidental acerca del asunto y finalmente –pero muy importante- sobre las repercusiones internas que tendría en Serbia alejarse de la UE y caer definitivamente en manos de los ex-comunistas radicales ultra nacionalistas.

Ya se dijo en este observatorio que los efectos de no imponer una solución dolorosa -pero necesaria- y definitiva en Kosovo sería condenar a Serbia en convertirse en la Bielorrusia del sur, o más precisamente, como advierte Felgenhauer, en otro estado congelado y secuestrado por conflictos como Moldavia, Georgia o Azerbaiyán.

En manos rusas o en manos de la UE, esa es la disyuntiva serbia. Esperemos que 2008 traiga a los serbios un gobierno con altura de miras que mire por sus ciudadanos y no por sucios, bastardos y miopes intereses de una chusma política ultranacionalista que mantiene a Serbia maniatada desde 1989.