Ya está hecho,
Rusia y Serbia sellan una alianza estratégica. Amparados en la nocturnidad de la legislatura acabada, las autoridades serbias dejan a su país definitivamente anclado a Rusia pase lo que pase en la segunda vuelta electoral. El acuerdo es la última de las batallas ganadas por el Kremlin en su guerra de presión energética sobre la UE.
Ahora que la Unión había entendido con claridad cual es la estrategia geopolítica rusa a medio y largo plazo, y había comenzado a
intentar firmemente librarse de la dependencia energética de Rusia, este acuerdo supone un misil en la línea de flotación de nuestra estrategia energética.
Desgraciadamente nuestra estrechez de miras, y la desunión tradicional en asuntos de profundo calado, nos ha mantenido ciegos a lo que se nos venía encima, la libertad de acción europea se estrecha cada día, y acabaremos bailando al son que toque Rusia.
Quizás debimos cumplir lo prometido a Gorbachov por Bush padre y no haber intentado extender la OTAN tan al este, o quizás esto no tuvo que ver, pero lo que es claro es que Rusia ha reaccionado ante lo que considera legítimamente una intrusión en sus intereses más vitales, y hace tiempo decidió pararnos los pies definitivamente en nuestra ampliación al este.
Me temo que por mucho que quisieran salir de la órbita rusa, Georgia, Ucrania, Bielorrusia, Moldavia y Serbia han caído ya de su lado. Quizás el mapa adjunto, parte de un serio estudio que dio pie al inicio de un aún inexistente pasillo energético sur, explique el porqué para Europa es fundamental Georgia, Ucrania, Azerbaiyán, FYROM , Bosnia, Serbia o Kósovo, y por supuesto Turquía.
Según la información publicada, “Fuentes diplomáticas señalaron que ha generado también gran inquietud en EEUU”. Y tanto, Rusia empieza a tener demasiado peso en las conciencias europeas a la hora de tomar decisiones, y eso erosiona aún más las relaciones transatlánticas.
Desde aquí, de forma contumaz e insolidaria con nuestros aliados y socios, se sigue pensando ingenuamente que todo esto no afectará a nuestra nación. Aquí lo único que importa son los problemas intestinos de la aldea.
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Precisamente para intentar buscar una respuesta a estos asuntos, leo con mucho interés: “
Towards a Grand Strategy for an Uncertain World. Renewing Transatlantic Partnership”, documento imaginado y acordado por cinco ex-Jefes de Estado Mayor de la Defensa de sus respectivos países, y por tanto serios protagonistas –que no responsables- de la política militar de los últimos años en la OTAN y en sus respectivas naciones (nada menos que EEUU, UK, Francia, Alemania y Holanda).
El documento plantea abiertamente la necesidad de abordar asuntos que ya son de casi todos conocidos: mucho enfoque integral, mucha necesidad de capacidades civiles, mucho cambio de concepto estratégico OTAN, mucha coordinación UE-OTAN, mucha lucha futura por los recursos escasos, mucha amenaza en Rusia y China y algún otro asunto, como la manida reforma de NNUU. En realidad el diagnóstico es ya conocido y compartido hace tiempo por casi todos los aliados. Pero además, en el aspecto estrictamente facultativo, hay algunas propuestas muy interesantes acerca de posibles reformas en las capacidades militares, las modalidades de mando, las operaciones de información, la reforma de la inteligencia aliada y en los métodos de toma de decisiones en la OTAN. La mayoría realmente interesantes por su certera puntería y su verdadero pragmatismo.
Ahora bien, otra cosa son las recetas que proponen para remediar los síntomas detectados en el ámbito político. Y es que los cambios que se proponen para iniciar una nueva hoja de ruta hacia el futuro son en algunos aspectos realmente innovadores, pero también sorprendentemente ingenuos para quienes los formulan. En particular, y muy notoriamente, revelan un enfoque particularista y corporativista galopante en aquellos aspectos que intentan atajar la, también detectada por ellos, crisis de la OTAN y su ya avanzada competencia con la UE.
Y es que para remediar este asunto proponen nada menos que crear un directorio UE-EEUU-OTAN en el que se tomen decisiones políticas conjuntas en materia de seguridad al mismo nivel, o por ejemplo, crear unos nuevos acuerdos Berlín Plus inversos (‘Berlin Plus in Reverse’) por los que la UE preste a la OTAN las capacidades civiles que la OTAN no tiene –y que nadie le va a dar por cierto- en justa correspondencia por las capacidades militares que la OTAN presta a la UE. En algunos asuntos van más allá, sugieren la creación de una “European Homeland Security Organisation”, o la reorganización de los gobiernos nacionales de la UE para afrontar con garantías los retos futuros.
Pero donde realmente es extremamente ingenua la aproximación es cuando se afirma que “The most important, and indeed most urgent, action on the part of the EU is, however, to end its obstruction of EU–NATO cooperation.”
En fin, prácticamente todo el final del documento es un error de bulto en su conjunto. Y es que la propuesta se construye sobre un gran y absurdo error: La UE y la OTAN están al mismo nivel político.
Si estos muy dignos y respetables servidores de sus naciones creen y firman que la UE, una organización supranacional de carácter político, con soberanía ya cedida por las naciones, con instituciones electas y capacidad legislativa y ejecutiva, es lo mismo, o se puede poner al mismo nivel que la OTAN, es que no saben a qué se han dedicado durante sus ya finalizadas carreras. Y es que la OTAN es una organización pseudopolítico-militar (realmente ya más militar que política), que por muy importante que se considere, no es más que una herramienta más en manos de las naciones.
La verdad es que la receta es asombrosamente ingenua pero muy militar. Cuando varias estructuras no funcionan y hay que coordinarlas, la solución demostradamente exitosa es crear una estructura superior que las coordine. Pero en este caso no se han dado cuenta de que lo que pretenden coordinar no son estructuras equivalentes, no se puede, para salvar la OTAN, darle un papel político que ni tiene, ni tendrá nunca. Al cambio sería como proponer en España, para coordinar las políticas nacionales de seguridad, crear un directorio formado por el Estado Mayor de la Defensa, el Gobierno y el Parlamento, por ejemplo. Fuera de lugar y de enfoque completamente.
La UE tiene y tendrá el poder soberano que las naciones quieran darle en las materias de seguridad y exteriores, y la OTAN tendrá las misiones (que no poder alguno) que estas mismas naciones le den, pero intentar hacer residir en la OTAN algún tipo de soberanía o influencia política está simplemente fuera de lugar.
“Given this fact, one really has to ask whether NATO has a future as anything other than a kaffee klatch for general officers”.