Blog de seguridad y defensa

viernes, 2 de mayo de 2008

Dos de mayo de 2008.


"Señores Justicias de los pueblos a quienes se presentase este oficio, de mí el Alcalde de la villa de Móstoles:

Es
notorio que los Franceses apostados en las cercanías de Madrid y dentro de la Corte, han tomado la defensa, sobre este pueblo capital y las tropas españolas; por manera que en Madrid está corriendo a esta hora mucha sangre; como Españoles es necesario que muramos por el Rey y por la Patria, armándonos contra unos pérfidos que so color de amistad y alianza nos quieren imponer un pesado yugo, Después de haberse apoderado de la Augusta persona del Rey; procedamos pues, a tomar las activas providencias para escarmentar tanta perfidia, acudiendo al socorro de Madrid y demás pueblos y alentándonos, pues no hay fuerzas que prevalezcan contra quien es leal y valiente, como los Españoles lo son.

Dios
guarde a Ustedes muchos años. Móstoles dos de Mayo de mil ochocientos y ocho.

Andrés Torrejón
Simón Hernández."


200 años después veo como las gentes de Móstoles aclaman a su Rey, un Borbón. Me asombra, como la primera vez que leí sobre el levantamiento del dos de mayo de 1808, hasta donde puede llegar la generosidad de un pueblo.

Hace 200 años unos humildes ciudadanos y un puñado de soldados se levantaron contra el invasor, unos contra toda lógica y otros contra sus estrictas órdenes, pero todos hartos de tanta injusticia, hambre y villanía -no todas culpa francesa-. Mientras esto ocurría en Madrid, un Rey miserable y traidor, unos Capitanes Generales complacientes y deshonrosos y una élite gobernante acomodaticia -todos ellos con las tripas y los bolsillos llenos- se sentaban y contemplaban como corría la sangre, la de su propio pueblo, sin hacer nada.

La única autoridad que respaldó y apoyó el hecho fueron los alcaldes de un modesto pueblo llamado Móstoles que con su bando transmitieron a toda España, utilizando el camino de Extremadura, lo que en Madrid había ocurrido.

La salvaje guerra que se declarraría un poco después supusó la destrucción física, humana y moral de esta Nación llamada España, que se componía como bien afirmaba la Constitución de 1812 de muchas y distintas españas (Art. 10. Constitución de 1812: El territorio español comprende en la Península con sus posesiones e islas adyacentes: Aragón, Asturias, Castilla la Vieja, Castilla la Nueva, Cataluña, Córdoba, Extremadura, Galicia, Granada, Jaén, León, Molina, Murcia, Navarra, Provincias Vascongadas, Sevilla y Valencia, las islas Baleares y las Canarias con las demás posesiones de África. En la América septentrional: Nueva España con la Nueva-Galicia y península de Yucatán, Guatemala, provincias internas de Oriente, provincias internas de Occidente, isla de Cuba con las dos Floridas, la parte española de la isla de Santo Domingo y la isla de Puerto Rico con las demás adyacentes a éstas y al continente en uno y otro mar. En la América meridional, la Nueva Granada, Venezuela, el Perú, Chile, provincias del Río de la Plata, y todas las islas adyacentes en el mar Pacífico y en el Atlántico. En el Asia, las islas Filipinas, y las que dependen de su gobierno).

Terribles
consecuencias para nuestra historia, terrible para nuestro pueblo, terrible para nuestro futuro. No habrá siglos suficientes para agradecer a nuestros amigos franceses aquella barbarie.

Y después volvió el Rey. El peor Rey que ha tenido esta nación en su historia, lo cual es verdaderamente singular porque los hemos tenido realmente malos. El Rey que pagó a su pueblo exhausto y desangrado con más sangre, más división, más crueldad y más despotismo. El mismo Rey que años después escribiría de su puño y letra para algunos de los que lucharon aquel dos de mayo: "Que los fusilen a todos. Yo el Rey."

El dos de mayo fue heróico, puede ser; pero los que sacaron provecho de él en nada lo fueron, ni generosos. Por eso hoy me asombra como un pueblo aclama sin rencor al heredero de aquel Rey. Una muestra absoluta de generosidad -una vez más- de un pueblo acostumbrado a perdonar, dispuesto y deseoso siempre de tener un Buen Señor.

Por ello hoy señalo de lo dicho por Juán Carlos I, Rey de España por la gracia del pueblo soberano, en Móstoles, doscientos años después:

"
El dos de mayo fue una jornada cuyo protagonista no fue otro que el pueblo español, verdadero titular del ser y del destino de nuestra Nación".

Una réplica exacta de la estatua arriba insertada preside la avenida
principal de la Academia de Infantería en Toledo. En el pie sólo se puede leer "Al HEROSIMO. Teniente Ruiz".

Es curioso y siempre me llamó la atención, la única estatua que ensalza el heroismo en este centro de formación
militar está dedicada a un jóven oficial que desobedeció a sus jefes y se unió a su pueblo en un acto de rebeldía contra la injusticia amparado unicamente por sus principios, sin importarle nada lo que vendría después. Me parece que el que decidió que así fuera acertó de lleno.

3 comentarios:

  1. En realidad Fernando VII siguió siendo popular para el pueblo. La Constitución de 1812 y la obra de sus diputados se hizo de espaldas al pueblo que decian representar. Ese pueblo era clerical y absolutista, no era precisamente liberal. De hecho los diputados hicieron trampas para ser elegidos y que estuvieran en Cádiz, una ciudad muy "moderna" para aquellos tiempos tambien influyó mucho.
    En defintiva, se extralimitaron y mucho al aprobar una constitución. Y tambien al aprobar otras leyes.
    Ni contaban con la legalidad de su parte, ni con el apoyo del pueblo. De hecho durante casi todo el S XIX cada vez que hubo elecciones libres las opciones más conservadoras subieron como la espuma. Pero cuando pasaba eso, se daba un pucherazo y santas pascuas.
    Aunque llamar felón a Fernando VII es quedarse corto. Eso tambien hay que decirlo.

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  2. La historia es interpretada e interpretable casi siempre dependiendo del prisma del observador.
    Es difícil saber qué opinaba el pueblo (casi siempre analfabeto) sin consultarle. Como bien sabes el sufragio universal masculino tardaría en llegar. Y cuando llegó, pese al continuo amaño, las sorpresas aparecieron en las ciudades donde los caciques no llegaban. Preludio de lo que vendría.
    Sea como sea, aquel Rey traicionó repetidas veces a todos. Lástima de guillotina en la Puerta del Sol:-)
    Un saludo

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  3. Probablemente, en este escenario que permiten los políticos en los que ni atrapar piratas autorizan, la única muestra de heroismo que se les permite a los militares es la rebeldía.
    Siempre es igual ¿no?

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