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Sólo los muertos han visto el fin de la guerra” decía Platón. Qué gran sentencia. Es imposible resumir tantas ideas en tan pocas palabras. En esta guerra –s
í, guerra en su estado más puro- que termina, los únicos que conocen ya sus consecuencias finales son los que han muerto en ella.
Y será así por bastante tiempo. Las consecuencias geopolíticas, militares, económicas y energéticas de esta guerra se nos irán desvelando con retardo en el tiempo. Probablemente se irán desvelando cuando nuestra siempre efímera atención ya esté sobre las Olimpiadas de Londres 2012 o incluso en las de Madrid 2016 (ojalá) o sobre algún otro conflicto futuro. Así fue en Kosovo en el 99, así fue en Irak en 2003, así fue en Afganistán en 2001, en la RDC, en Darfur, en Corea…la parte militar de todas estas guerras fue siempre más clara que las consecuencias que han ido poco a poco destilando desde entonces.
Lamento decir que desde luego no será con esqueléticos análisis como el del Profesor Pere Vilanova hoy para
Público con los que acabemos entendiendo este conflicto. Lo cual es un poco preocupante porque como bien se apunta en
La Harka -creo que de manera un poco indulgente- es el
nuevo Director de la División de Asuntos Estratégicos y Seguridad en la SEGENPOL del Ministerio de Defensa. Una de dos, o le ha pillado con la sesera de vacaciones y se ha limitado a decir obviedades (en cuyo caso podría haber ampliado el rango y decir que tampoco han sido razones étnicas o religiosas las que han motivado el conflicto), o puede que haya hecho la afirmación principal –que la guerra no tiene motivos petrolíferos- para subrayar sutilmente la diferencia con el “malvado imperio estadounidense” en su aventura babilónica. Es guerra sí, pero no es lo mismo, ¡ojo!
Yo por mi parte creo que humildemente se pueden señalar tanto algunas someras conclusiones como algunos serios interrogantes de lo ocurrido en esta guerra relámpago. Con ellos –conclusiones e interrogantes- escribo éste, mi particular corolario nº1 sobre la guerra ruso-georgiana de agosto del 2008:
1.1. La jugada georgiana no ha acabado. Su principal objetivo estratégico empieza a vislumbrarse como el simple –pero importante- hecho de conseguir que los conflictos de Osetia del sur y Abjasia sean elevados a cuestión internacional y dejen de ser un asunto bilateral –en el que ya habían perdido de facto- con la potencia protectora rusa. Si consiguen trasladar el asunto a foros de discusión multilaterales, e incluso consiguen que una fuerza de paz multinacional sea aceptada en la zona -todo ello unido al éxodo de población pro-rusa que han conseguido como efecto colateral- ya habrán ganado mucho con respecto a su posición de partida (ambas regiones eran de facto completamente independientes). Si además lograsen –como parece que han hecho- que todo este asunto se convierta en otro objeto de seria confrontación de Occidente con Rusia, su posición se vería reforzada al ser incluida en un ya largo paquete de asuntos a negociar entre EEUU-UE-Rusia: gas, OCDE, OMC, el Ártico, Ucrania, Irán, escudo antimisiles y FACE; todos ellos asuntos que preocupan seriamente a Rusia, no como su ya degradada relación con Georgia . En definitiva habría conseguido que su integridad territorial formase parte de la agenda occidental, cosa que hasta ahora había sido impensable.
1.2. Rusia ha leído bien la jugada georgiana y persigue con ahínco que la situación final de la guerra –y por tanto la situación inicial de la negociación- sea exactamente el status quo anterior al conflicto. Status quo que conducía claramente a la pérdida georgiana de los territorios escindidos sin ya mucho esfuerzo ruso. Si Rusia admite que se negocie el asunto entre otros interlocutores distintos a Georgia y ella misma, habrá dado pasos atrás en sus pretensiones. No digamos si permitiese una fuerza de paz multinacional que perpetuase un de esos artificios legales de los que sólo la comunidad internacional es capaz. Me imagino que veremos como Rusia se niega una y otra vez a ello acogiéndose a los acuerdos del 91 mientras se asegura la salida de las fuerzas georgianas de los territorios en disputa. A Rusia la disputa militar le ha salido barata pero puede que la posguerra se le complique en la región y a su vez complique su ya difícil relación con Europa y EEUU.
1.3. La OTAN ha desaparecido del conflicto y confirma su ya larga
crisis existencial. Este hecho no es más que la certificación de que ha dejado de ser una organización político-militar para pasar a ser una mera organización militar de estandarización y operación militar combinada. En realidad llevaba años dando tumbos
sin encontrar un claro propósito político-estratégico que sustituyese a la defensa colectiva y este hecho –la invasión impune de un país candidato a la adhesión- junto con la pertinaz insolidaridad en Afganistán, confirma que ya nadie ve a la OTAN como un actor relevante, ni sus socios ni sus antiguos adversarios, sino más bien como una asociación facultativa donde interoperar y controlar nuestros medios de defensa. Atrás quedarán aquellas imágenes del Muy Secretario General de la OTAN Javier Solana negociando con Milosevic en el 99 como portavoz del Occidente liberador mientras nuestros aviones calentaban motores con la amenaza –cumplida- de volar la RFY por los aires.
1.4. El arriba mentado, Mr PESC, me conduce directamente a otro punto de reflexión del corolario: la Unión Europea. Europa ha estado desaparecida de la crisis y sólo el peso de quien presidía por turno la Unión –Francia, su siempre protagonista Sarkozy y el muy
peligrososo Kouchner- ha hecho que tenga cierta relevancia. No hace falta imaginarse lo que hubiese ocurrido si la Unión hubiese estado presidida por Letonia o la República Checa. Y desde luego es curioso que el Sr. Solana no haya tenido ningún protagonismo en esta crisis. La verdad es que cada vez se entiende menos qué estamos haciendo en materia exterior y de defensa en Europa. Algunos países –España a la cabeza- han apostado precisamente por trasladar el peso de la OTAN sobre la UE pero realmente lo que se está consiguiendo es que desaparezca la OTAN mientras la UE permanece
en fallo multiorgánico, en definitiva lo único que estamos logrando a conciencia es crear un vacío político-estratégico-militar en toda Europa.
1.5. Es precisamente ese vacío de objetivos, estrategias y organizaciones comunes que hemos generado el que es co-responsable del confuso orden mundial al que hemos despertado en este siglo. Por un lado las aventuras de las coaliciones ad-hoc como la de la guerra de Irak del 2003, y por otro, la inoperancia del enésimo intento de instaurar un multilateralismo eficaz en el mundo -con presuntas e indeterminadas Alianzas de Civilizaciones de por medio-, están conduciendo a que cada país tienda cada vez más a la búsqueda descarada de sus intereses sin que nadie comparta o modere los suyos en beneficio de bienes mayores. España se está convirtiendo en una especialista de esto. Nadie cuenta con nosotros en el gran tablero pero estamos cómodos en esta moderada autarquía intentando hacer nuestro agosto sin molestar a unos y otros. De hecho el multilateralismo que predicamos está siendo sólo un velo corrido sobre un profundo relativismo en el que se ha instalado nuestro gobierno, dentro y fuera. Nada está mal ni bien, nada es justo o injusto, nada es reprochable o condenable rotundamente mientras pueda ser objeto de un buen dialogo o negociación o pueda dar unos jugosos réditos coyunturales. Ya incluso desde fuera nos piden que aclaremos nuestro enfoque de seguridad.
1.6. Y por último la ONU. Que la ONU es una organización arcaica e inoperante es ya bien conocido, pero es lo único que tenemos. Nosotros, los seres humanos del SXXI, no hemos sido capaces de diseñar algo mejor para convivir en este planeta. Incluso nuestros siempre democráticos líderes occidentales se comportan a veces como caudillos en el ámbito internacional gracias a que a nadie tienen que rendir cuentas de sus actos; ni a votantes, ni a jueces, ni a legislativos. Y para ejercer cierto control sobre todos ellos –los democráticos y los dictadorzuelos que también se pasean por Manhattan- lo único que hemos sido capaces de orquestar es una organización, en cuyo parto tuvo gran peso el propio Stalin, y que se diseñó para que las potencias ganadoras pudiesen mantener el mundo bajo una relativa paz vigilada por ellas mismas en sus respectivos “protectorados” mentales. Por ello quizás no es criticable la inacción de la ONU en este asunto, precisamente Rusia ha hecho lo que se supone que debía, ejercer su derecho adquirido en 1945 de estabilizar su esfera de influencia sin que la ONU pueda hacer nada. Como antes lo hizo la URSS en Afganistán, Hungría y Checoslovaquia, o EEUU en Cochinos, Vietnam o Irak, Francia en Indochina y Argelia o China en el Tibet. Por mucho que digamos, a nadie le gustaría ver una guerra a mayor escala entre EEUU y Rusia por este asunto georgiano. Para eso se creó la ONU, para que no vuelva a reventar el planeta entero por un conflicto regional, como ya pasó en los Balcanes en el 14 o en Polonia en el 39. Pero eso tuvo, y tiene, un precio. Al fin y al cabo parece que todavia nos sentimos mucho más seguros en aquel seguro mundo protegido por muros y equilibrios nucleares, que Churchill, Stalin y Rossevelt diseñaron para nosotros, que en el confuso escenario donde nos despertamos en 2001.