Ahí están, todo un presidente de gobierno español preguntándose qué puede hacer por Obama y su becaria en defensa de japoneseo por Afganistán sonriendo de gozo. Y es que parece -sólo parece- que ahora sí, ahora vamos a hacerle un favor a Obama y vamos a enviar más tropas a Afganistán. Por supuesto, los gabinetes de comunicación al servicio de l@s sonrient@s, no publicitan en qué condiciones serán enviadas: infradotadas, sin el adiestramiento adecuado, con reglas de enfrentamiento absurdas y sin los apoyos que necesitan.
Sinceramente, no sé si toda esta recua son sólo unos irresponsables con suerte, unos cínicos miserables o es que sencillamente son sandios sin remedio. La verdad es que cualquier opción sería mala.
Sinceramente, no sé si toda esta recua son sólo unos irresponsables con suerte, unos cínicos miserables o es que sencillamente son sandios sin remedio. La verdad es que cualquier opción sería mala.
Nuestra situación en Afganistán, señoras y señoros, es lamentable. Mucho peor de lo que es recomendable que se sepa. La profunda reducción de facto de los presupuestos de defensa desde que este gobierno llegó al poder está asfixiando a las FAS, y su sensor más fidedigno es nuestra incapacidad para sostener nuestra operación allí. Pero parece que todo ello importará poco con tal de hacer algo por Obama, elegido unilateralmente por nuestro presidente como emperador de la galaxia.
Mientras, mientras nos metemos en la boca del lobo cién años después cometiendo los mismo errores de párvulos ingenuos, los aplaudidores de turno -cegados por la ideología, o lo que es peor, por unas monedas de oro-, jalean a su trapecista en una huida hacia delante que poco tiene que envidiar a la segunda legislatura de Aznar y su aventura iraquí.
¿Acabará poniendo Zapatero los zapatos en la mesa de Obama en su ansiada visita a la Casa Blanca gracias a la sangre de algún soldado español? No lo sé, pero seguro que le gustaría un gesto equivalente. Lo que sí sé es que cada vez es más probable que la becaria acabe haciendo pucheros con cara compungida en algún funeral plagado de banderas. De banderas españolas, claro. Quizás entonces le podamos pedir a Obama que venga a echar unas lagrimitas...