Blog de seguridad y defensa

sábado, 9 de abril de 2022

Marruecos y España: miedo y humillación.



Como magníficamente se expone en "La Verborrea de los Tiranos", el miedo es la variable nuclear de toda tiranía: el miedo generado en tus vecinos y adversarios, el miedo generado en tus ciudadanos oprimidos y el miedo del propio sátrapa a ser "retirado" del poder.

Putin y Mohamed VI lo saben bien; no son los únicos, es verdad, pero eso no les justifica. El hecho es que esta pareja son verdaderos maestros del miedo (retírate Stephen King). Amenazan, coaccionan, extorsionan, oprimen y se protegen como muchos otros tiranos hicieron antes que ellos. 

Así como en Europa no quisimos ver la soga que Rusia nos anudaba al cuello durante años, el Presidente del Gobierno de esta España nuestra ha decidido ponerse la venda en los ojos, y una pinza en la nariz, para obviar el hedor a chantaje y amenaza que Marruecos hace tiempo emplea con nosotros y plegarse de la manera más deshonrosa a la coacción alauita. Genuflexión y visita de por medio.

Es verdad que el inmenso error de principiantes que Pedro y Heidi cometieron al traerse a Ghali a España, era una patada en toda regla en el escroto marroquí, completamente innecesaria y extremadamente humillante. Pero una vez cometida la chapucera tropelía, cabe esperar del autor intelectual un poco de valentía para aguantar la tormenta que desencadenó. No es el caso. Don Pedro ha decidido mandarle una misiva de amor al sátrapa marroquí para intentar enmendar su error y, de paso, ofrecerle al señor feudal del sur el derecho de pernada sobre el invadido territorio saharaui.

Pero haría muy mal el sátrapa alauita al pensar que las palabras de amor de Pedro tienen algún valor. Si por algo se caracteriza nuestro Presidente es por virar en redondo indisimuladamente y mantener el gesto impertérrito. Una sonrisita de galán y ya. El amor es extremadamente voluble, y hoy te quiero...y mañana no. Y Pedro, que es un galán de tomo y lomo, sabe que una carta personal en política exterior tiene un exiguo valor, que por el mismo método puede cambiarse, y que no ata ni a España como Estado, ni a los sucesores que algún día habiten la Moncloa y el Palacio de Santa Cruz (antes Cárcel de Corte) en el futuro.

Como el Congreso de los Diputados -verdadera representación de la soberanía popular española- le ha recordado a Pedro, en España su carta de amor tiene el mismo valor que sus solemnes decisiones de no enviar armas a Ucrania o de no pactar con Bildu. Es decir, cero. 

El sátrapa del sur debería ser consciente de ello, si no le ha obnubilado la victoria momentánea. Cosa que es difícil. De momento, humillación por humillación. La Bandera de España rendida y pidiendo auxilio, en franca sintonía con la naturaleza del acto que presidía.

Pero esto continuará, y el pueblo de Marruecos, que está sometido al miedo, sigue siendo una bomba de relojería que algún día estallará. Y eso sí que será una pesadilla para España.