Finalmente el Presidente Suárez nos ha dejado físicamente. Mucho antes nos había dejado mentalmente, como ocurre con muchos de los que se entregan con tanta pasión por algo: un buen día acaban desconectando de aquello que quieren tanto, probablemente por el dolor sufrido, o simplemente por el brutal desgaste que se cobra el amor incondicional.
Porque el Presidente Suárez era alguien que quería a este maldito país hasta límites insospechados, un patriota con mayúsculas, alguien que se lo jugó todo por todos nosotros y salió victorioso, con tan grandes aciertos que podrían enterrar los más grandes errores que hubiese podido cometer.
Espero que hoy mismo se pueda jugar un mus con su viejo amigo, el Capitán General Gutiérrez Mellado, y que se fumen un buen cigarro allá donde vayan las almas de estas grandes personas.
Lo que tengo por seguro es que, con su media sonrisa de galán de cine y su carácter conciliador, irá recibiendo a todos los que le traicionaron sin un solo reproche, como hizo en vida.
Lo que tengo por seguro es que, con su media sonrisa de galán de cine y su carácter conciliador, irá recibiendo a todos los que le traicionaron sin un solo reproche, como hizo en vida.
Yo espero poder conocerle alguna vez, cuadrarme marcialmente como ya no hago ante nadie, estrecharle la mano si me la tiende y decirle: ¡siempre a sus órdenes, Presidente!; ¿le hace un mus?"