«Le pido a Alá que encontremos petróleo tanto en España como en Marruecos».
Abdelilah
Moulkirán. Primer Ministro de Marruecos. 5 de octubre de 2012.
Que las
Islas Canarias han sido un bastión estratégico de primer orden a lo largo de su
historia es un hecho incontrovertible que desgraciadamente no es muy conocido
en la España actual. El que fue el primer enclave oceánico del expansionismo castellano
en el siglo XV se convirtió en la palanca que permitió a España conquistar
América, fundar su imperio y controlar el comercio con las Indias; hecho que no
pasó desapercibido para nuestros enemigos de entonces, primero los berberiscos y
luego especialmente Inglaterra, que no cejaron durante los tres siglos
siguientes en el intento por hacerse con algún territorio en el archipiélago.
Pero
no acabaron en el siglo XVIII las amenazas sobre las islas. Durante el siglo
XIX EEUU planificó su invasión y Alemania fijó su vista en un territorio poco
protegido que le proporcionaba acceso a África y al Mediterráneo; durante la Primera
Guerra Mundial una flota británica materializó un bloqueo alrededor del
archipiélago para evitar su empleo por Alemania; en 1940, el entonces ministro
de Asuntos Exteriores español recibió la petición del III Reich de la cesión de
la isla de Gran Canaria para los planes de guerra alemanes, y durante los
primeros años de la Segunda Guerra Mundial se apoyó secretamente a la Armada
alemana en la batalla del Atlántico; en 1941 las
Fuerzas Armadas británicas emitieron el plan Pilgrim para la invasión de las islas, y en 1943 serían las fuerzas
canadienses las que prepararon el plan Tonic
con el mismo propósito.
A lo
largo de su historia española, Canarias ha sido un preciado territorio que
muchas otras naciones han estado dispuestas a ocupar manu militari por su valor geoestratégico; hoy
en día, casi totalmente despejadas las pasadas amenazas de seguridad sobre las
islas ―ya bajo el potente paraguas de España, la
OTAN y la UE―, no han sido sin embargo despejados otros riesgos larvados que
van creciendo en su entorno.
Por
un lado, en el ámbito interno insular, comienza a tomar aire una corriente de
opinión de desapego del resto de España, alentado por la crisis económica y la
costumbre -no por conocida menos preocupante- de señalar en el exterior a los responsables de
todos los problemas internos. Siendo justos hay que reconocer que la
incomprensión y la ligereza con la que se tratan a veces los
asuntos de un territorio tan especial, la falta de reconocimiento del valor de
las islas, la lejanía de la Península, la doble insularidad, un trato a veces desdeñoso
frente a otros territorios, así como un tardío desarrollo económico y de sus
infraestructuras, propician un sentimiento de abandono en todos los órdenes que,
convenientemente explotado, conforma un caldo de cultivo favorable para el
discurso disgregador.
Por
otro lado, la profunda brecha de riqueza y bienestar que existe en los 90 Km
que separan a las islas del continente africano, la incierta resolución de la Primavera
Árabe y su posible influencia en Marruecos, la desestabilización del Sahel, la
posición de las islas en la retaguardia marroquí, las reivindicaciones sobre
Ceuta y Melilla, el conflicto del vecino Sáhara, la tensión argelino-marroquí, la
inmigración ilegal y el crimen organizado son riesgos que no se pueden
menospreciar al analizar la seguridad de las islas desde un enfoque integral.
Sin
embargo, es conviene subrayar que precisamente algunas de las anteriores
circunstancias también pueden convertirse ―bien gestionadas― en magníficas oportunidades
de desarrollo, comercio y revalorización de las islas. No es baladí advertir
que África es el continente con mayor potencial de desarrollo en los próximos
decenios, y que para ese desarrollo necesitará multitud de recursos que la UE,
y muy especialmente España y las Islas Canarias, pueden proporcionar.
No
por casualidad España se ha convertido en 2012 en el primer socio comercial de Marruecos, desbancando a Francia ―muy a su pesar― por primera vez en la Historia,
y haciendo que Marruecos sea ya nuestro segundo cliente fuera de la UE, por detrás
solo de EEUU y superando con creces a China. Las empresas siderúrgicas,
automovilísticas, textiles y energéticas son las que más han contribuido a este
hecho, pero sectores como el turístico y la construcción comienzan también a
adquirir relevancia en el mix
empresarial español en Marruecos. Y a estas circunstancias no han permanecido
ajenas las islas que ya se están constituyendo en la mejor plataforma de
proyección europea hacia el Sur; las exportaciones canarias a Marruecos han
crecido un 140% en términos relativos durante el mismo año 2012, confirmando a
este país como uno de los mercados más pujantes para la producción del
archipiélago.
Esta
creciente relación comercial, la estabilización y el desarrollo marroquí, así
como las posibilidades que puede abrir el tratado de libre comercio que este
país ha comenzado a negociar en 2013 con la UE son ya una oportunidad mutua de
progreso que puede servir de modelo en el futuro ―por qué no― para otros países
de la vertiente noroccidental africana; sin obviar que además se pueden
constituir en el mejor precursor de la confianza mutua y la seguridad
compartida entre España y Marruecos.
Pero
todo tiene un precio ―quid pro quo―. Probablemente la cada vez más fría
simpatía del Estado español por las reivindicaciones del pueblo saharaui es un
peaje que habrá que ir aceptando para impulsar todo lo anterior. La postura
española ante la resolución 2099 de 30 de abril de 2013 que EEUU presentó ante
el Consejo de Seguridad de la ONU, relativa a los derechos humanos en el Sahara,
parece un buen ejemplo de ello.
Dicho
todo lo anterior, y a pesar de ello, las Islas Canarias continúan siendo para
la mayoría de los españoles y los europeos un mero sinónimo de lugar vacacional
de sol y playa y poco más; un indicador fiable de la poca atención que en
general se presta al archipiélago desde el exterior. O al menos así ha sido
hasta que, de repente, las Islas han reaparecido en la agenda política española
por la posible existencia de una jugosa bolsa de hidrocarburos en sus costas
orientales lindantes con Marruecos; bolsa que Marruecos ya ha comenzado a
explorar, que está creando tensiones entre el Gobierno central y el Gobierno
autonómico, y que ―como ya hizo en el pasado más cercano― muy probablemente influirá
en las relaciones entre Marruecos y España, Sahara Occidental por medio. Un
asunto controvertido que, sin lugar a dudas, traerá repercusiones de calado
político y estratégico en los próximos años; tanto en el ámbito interno como en
el externo.
EL POTENCIAL DEL PETRÓLEO
En
marzo de 2012 el Departamento de Interior de los EEUU emitió un informe bajo el
título de Una estimación de los recursos mundialesconvencionales de petróleo y gas no descubiertos en el ámbito de su World Petroleum Resources Project.
En este informe se señalaba, entre otras muchas, una posible bolsa de
hidrocarburos localizada en la fachada noroccidental africana, tanto en la zona
continental como en la marítima, que podría extenderse desde Tánger hasta la
costa oriental de las Islas Canarias.
En
realidad, el potencial de esta zona era bien conocido muchos años antes. Desde
el año 1968 Marruecos ha autorizado algunas exploraciones en las aguas que
separan ese país del Archipiélago Canario sin que los resultados iniciales
condujeran nunca a la fase de explotación. Sin embargo, desde 2007, la
concesión de licencias se ha multiplicado por todo el territorio y las aguas
marroquíes ―incluyendo las saharauis―, dando ya más de una decena resultados
positivos en gas y petróleo. A día de hoy, se han concedido licencias de reconocimiento o exploración marítima (off
shore) para 250.000 Km2; un área que duplica en extensión la que
el Gobierno de EEUU ha concedido en el Golfo de Méjico.
Por
parte española, los permisos de exploración en la zona fueron otorgados a Repsol
en enero de 2002 y obtuvieron por repuesta una protesta diplomática formal del Gobierno
marroquí relativa a la indefinición de las aguas territoriales entre ambos Estados;
hechos que ocurrieron solo unos meses antes de la crisis de Perejil. De 2002 a
2004 se realizaron algunos sondeos, pero los derechos de Repsol fueron
suspendidos en 2004 por el Tribunal Supremo a instancias de una denuncia del
Cabildo de Lanzarote, situación en que se han mantenido hasta que han vuelto a
ser convalidados por el Gobierno español en marzo de 20121. Además
de lo anterior, y en estrecha relación con la cuestión, en marzo de 2013 el Tribunal
Constitucional desestimó el recurso interpuesto por el Gobierno de Canarias en
2008 contra la Ley 12/2007 que otorgaba en exclusividad al Estado la
competencia para autorizar prospecciones o explotaciones petrolíferas
submarinas en las aguas bajo jurisdicción española. Casualidades o causalidades
aparte, lo que sí resulta evidente es que en los últimos años se está reactivando una vieja carrera que ya tiene en
marcha a sus primeros competidores.
En
el cuarto trimestre de 2013 la empresa escocesa Cairn Energy ha comenzado los
trabajos de exploración, a través de su compañía subsidiaria Capricorn, en la
zona marítima denominada Foum Draa off
shore frente a las costas de Marruecos (bloques numerados del 86 al 88 en
la Figura 1) y a 180 Km de la costa norte de Lanzarote. En esta zona, la
compañía escocesa posee un 50% de los derechos de exploración y explotación, derechos
que han sido adquiridos a la pequeña compañía Longreach Ltd ubicada en el
paraíso fiscal de la isla de Jersey2. La estatal Oficina Nacional de
Hidrocarburos y Minas del Gobierno marroquí (ONHYM) posee otro 25%, Longreach conserva
un 2.5% y las compañías San Leon y Serica poseen el 14.17% y el 8.33% respectivamente.
Además, Cairn también posee derechos (37,5%) en la zona Cap Juby Maritime (bloques 117-119 en la Figura 1) frente a las aguas del cabo de mismo
nombre, y a unos 70 Km de las costas de Fuerteventura y Lanzarote. Derechos que
ya tiene planeado ejercer en 2014.
Figura
1. Zonas autorizadas por Marruecos para las prospecciones marítimas y
terrestres (Fuente: ONHYM)
Hay además
otras dos petroleras ―Tangiers Petroleum y Kosmos Energy― que también han
anunciado prospecciones en el primer semestre de 2014. Kosmos se dispone a
explorar el bloque denominado Foum Assaka
off shore (67-70) frente a las aguas de Agadir y Sidi Ifni, y un segundo
gran bloque denominado Cap Bojdour off
shore (20-34), situado en las aguas saharauis frente al Cabo Bojador, 170 Km
al sur de Gran Canaria. Por su parte Tangiers, en colaboración con Galp, tiene
prevista la exploración del bloque Tarfaya
off shore frente a las costas de Tan Tan (89-96), a unos 140 Km de las
costas de Lanzarote y Fuerteventura.
Según
la información ofrecida por la propia ONHYM, hay ya 18 áreas off shore a lo largo de la costa
occidental de Marruecos y el Sahara para los que existen acuerdos de
exploración de hidrocarburos con una pléyade de compañías distintas. Además de
las ya citadas, engrosan esta lista la turco-estadounidense Genel (con base
también en la isla de Jersey), la californiana Chevron, la británica Chariot
(con base en el paraíso fiscal de la isla de Guernsey5), la francesa Total y las españolas Repsol y Gas
Natural. Según las siempre orientativas estimaciones de las propias compañías,
los recursos prospectivos de barriles de las áreas de exploración que se
pretenden acometer en los dos próximos años del lado marroquí podrían superar
los 1.500 millones de barriles de petróleo (MBO). Pero lo más importante es
señalar que, en todos los bloques autorizados por el Gobierno de Marruecos, la
empresa estatal ONHYM se ha reservado un porcentaje importante de los derechos
de exploración y, por tanto, de los de una hipotética explotación.
Estas
prospecciones marroquíes en aguas cercanas a Canarias comienzan un año antes que los polémicos sondeos que se
han vuelto a autorizar a Ripsa (Repsol) en el lado español de las mismas aguas
(denominados Canarias 1-9 en las Figura 1 y 2). La petrolera española prevé
desarrollar exploraciones a finales de 2014 y 2015 en las aguas orientales de
Fuerteventura y Lanzarote, siendo sus derechos (50%) compartidos con la alemana
RWE (20%) y la australiana Woodside (30%).
Figura
2. Licencias de exploración otorgadas a Repsol en aguas españolas (Fuente:
Grupo RWE)
Según
el último informe de la asociación española ACIEP, se estima que en
las zonas autorizadas a Repsol podría haber unos recursos prospectivos de
hidrocarburos convencionales cercanos a los 1.200 millones de barriles de
petróleo (MBO) y 226 miles de millones de metros cúbicos de gas (BCM), siendo
conveniente reseñar que el Estado español no tiene ningún derecho sobre la
exploración o la hipotética explotación de los hidrocarburos que se pudiesen
encontrar, quedando estos como patrimonio exclusivo de las empresas que los
poseen, y por tanto de sus accionistas.
No
obstante lo anterior, fuentes del Ministerio de Industria llevan
tiempo señalando que, de encontrarse gas y petróleo en la zona española, los
beneficios económicos para el país serían importantes: ahorro en la factura
energética exterior de 28.000 millones de euros, dinamización y diversificación
de la economía canaria, creación de puestos de trabajo, e ingresos ―vía
impuesto de sociedades― de unos 700 millones de euros al año durante un periodo
estimado de 20 años.
Imagen difundida en la red por la organización independentista canarias Inekaren.
EL PROBLEMA DEL PETRÓLEO
Desde
los primeros pasos del tortuoso proceso que están siguiendo los permisos de
exploración concedidos a Repsol, las autoridades y buena parte de la sociedad
canaria han manifestado su oposición a las autorizaciones otorgadas por el Gobierno
central. Después de conseguir que se anulasen los permisos en 2004, el Gobierno
canario, el Cabildo de Lanzarote y el de Fuerteventura han tratado de frenar el
nuevo Real Decreto de convalidación de las prospecciones recurriéndolo por
partida doble ante el Tribunal Supremo y, en paralelo, han comenzado a formular
quejas ante las instituciones de la UE. Tan frontal oposición está sustentada
en razones primordialmente de impacto socio-económico, de riesgo medioambiental
y de conflicto de competencias.
Que
el turismo en Canarias es un sector clave, desde el punto de vista económico y
social, no es ningún secreto para nadie; pero conviene ponerle cifras. En 20113
el sector turístico canario representaba el 30% de su PIB (12.300 millones €),
el 35% del empleo (265.000 puestos de trabajo) y el 28% de los impuestos
recaudados (1.500 millones €); mientras que la media española del impacto
turístico era de un 10% del PIB y un 7% del total del empleo nacional. Conviene
también subrayar que el impacto económico del turismo crece en Canarias desde
2010, en plena crisis económica, a una media anual de casi un 5%; siendo esto
posible gracias a la especial importancia del turismo extranjero (Reino Unido y
Alemania a la cabeza).
Pues
bien, es precisamente la extraordinaria relevancia de este sector la que hace
temer por unas explotaciones petrolíferas en las aguas canarias que pudiesen
afectar negativamente al motor de la economía insular. Con respecto a ello ya
se han posicionado la Federación Internacional de Operadores Turísticos (IFTO),
la Federación de Turoperadores del Reino Unido (ABTA) y la Federación Alemana
de Agencias de Viaje y Turismo. Todos ellos se han dirigido por carta a las
autoridades españolas para expresarles la preocupación por el fatal impacto que
posibles derrames pudieran tener sobre la oferta turística canaria; pero
también alertando del peligro que supone la mera asociación de la marca
Canarias con el petróleo, y el daño que podría hacer sobre la imagen publicitaria
de paraíso natural que desde hace tiempo se trabaja en construir.
Evidentemente, estas organizaciones han obviado en sus misivas advertir sobre el
terrible impacto medioambiental que el turismo ha tenido y tiene sobre las
islas, causado fundamentalmente ―pero no solo― por el enorme déficit energético
generado por 12 millones de personas que visitan un territorio que dispone de
recursos naturales limitados y una
población residente de 2,2 millones4.
Imagen
difundida en Internet contra las exploraciones de Repsol (Fuente: No Oil
Canarias)
Desde
un punto de vista medioambiental, es evidente que toda explotación petrolífera
supone un riesgo innegable que pocas sociedades gustan de admitir en su
vecindario. Pero además, el excepcional valor de la biodiversidad marina y
terrestre de Canarias, la alta dependencia de plantas desaladoras para la
obtención de agua, y los riesgos añadidos de las posibles explotaciones a gran
profundidad que se han planteado, tanto del lado marroquí como del español,
hacen que se generen en toda la sociedad canaria dudas razonables sobre si
poner en riesgo un patrimonio tan valioso. A este respecto, tres importantes
organizaciones ecologistas ―WWF, Greenpeace
y Ecologistas en Acción― ya se han situado claramente en contra de las
prospecciones.
El
último factor, pero no por ello con menos peso, es una vieja reivindicación del
Gobierno autónomo para hacerse con el control de las competencias
administrativas relativas a la explotación de las aguas canarias que viene a
sumarse a los problemas anteriormente citados. Este conflicto fue el que llevó
al Gobierno autónomo a recurrir parte de la Ley 12/2007 ante el Tribunal Constitucional,
y por lo que este se ha pronunciado recientemente en su contra. Por si fuera
poco, esta reivindicación de las aguas canarias se enreda con la que el Gobierno
español espera plantear en NNUU con respecto a la ampliación de la jurisdicción
sobre la actual Zona Económica Exclusiva por el oeste de las Islas (de 200 MN a
350 MN), y con la todavía indefinida oficialmente frontera entre las costas
orientales de las Islas y Marruecos.
CONCLUSIONES
La
encrucijada a la que se enfrenta Canarias ante la hipotética explotación de
hidrocarburos en sus costas orientales es un dilema de primera magnitud política
y estratégica que no tiene una respuesta sencilla; y que no solo afecta a las
Islas Canarias, sino también a la economía y soberanía nacional, y a las
relaciones de España con Marruecos.
Marruecos
probablemente se va a convertir tarde o temprano en un país productor de
petróleo y gas, y lo va a hacer explotando, entre otras, zonas marítimas muy
próximas a las Islas Canarias. Pero además, encuentre o no petróleo, Marruecos
está ya experimentado un desarrollo económico espectacular que es una
oportunidad para España, para Canarias y para la UE. La senda de democratización,
desarrollo y cooperación que ha tomado en los últimos años parece indicar que
sus posiciones son ahora muchos más pragmáticas con respecto a nuestras siempre
delicadas relaciones.
El
hecho de que ambos países hayan concedido las autorizaciones de exploración
respetando el acuerdo informal de equidistancia en las aguas fronterizas, y que
esta vez el asunto no haya suscitado problemas en las relaciones diplomáticas,
así como el creciente estrechamiento de la cooperación comercial y la
dulcificación de la postura española sobre el Sahara Occidental son claros
síntomas de una nueva etapa más respetuosa y cooperativa entre ambos. Esta
nueva etapa, de confirmarse en el tiempo, muy probablemente ayudará a rebajar
progresivamente las tensiones de seguridad que históricamente han existido
entre ambos países (Ceuta y Melilla incluidas) y proporcionará prosperidad
económica a ambas partes. Aunque, por otro lado, este clima creciente de
seguridad y desarrollo marroquí traerá también consigo la eclosión de su enorme
potencial turístico, en directa competencia con el canario y el del resto de
España.
El
Presidente del Gobierno español con SM el Rey Mohamed VI de Marruecos durante
la primera visita oficial de su mandato
Pero
más allá de cuestiones económicas y de seguridad, la encrucijada del petróleo
en Canarias trae también escondida ―a modo de muñequita rusa― una derivada interna
que es muy conveniente valorar: otra confrontación entre un Gobierno autonómico
y la Administración central que, bien utilizada, podría convertirse en un banderín
de enganche del sentimiento de desafección que, a veces no sin razones, se
instala poco a poco en parte de la sociedad canaria. Otro problema territorial
que podría pasar a engrosar la lista de contenciosos de esta índole.
Y es que la
mayor parte de nuestras pretendidas certezas sobre el futuro no son más que
hipótesis, pese a que nos empeñemos en defenderlas con mucha vehemencia; sin
embargo, las lecciones del pasado están ya escritas. A este respecto, la
historia de España nos ofrece numerosas ejemplos sobre nuestros errores al
tratar los asuntos de territorios de Ultramar con ligereza o desdén, y la pertinaz crisis en la que nos encontramos nos
debería haber enseñado las consecuencias de confiar nuestro futuro a apetitosas
burbujas (ya sean constructoras, petroleras o turísticas) sin hacer las
reformas estructurales necesarias que garanticen un desarrollo socio-económico
equilibrado.
Aquellos
a los que toque resolver esta compleja ecuación del petróleo, con sus diversas
variables y derivadas, deberían siempre tener puesta su vista en todo ello, y
tratar de resolverla con el sosiego, la delicadeza y la prudencia que requieren
las decisiones de este calado. Decisiones cuyas consecuencias geopolíticas
trascienden varias legislaturas.
Se
encuentre o no petróleo, y se explote o no se explote en los próximos veinte
años, lo que parece seguro es que las
Islas Canarias seguirán siendo en el futuro el territorio español de mayor
valor geoestratégico; como ya los son hoy en día, y como ya lo fueron a lo
largo de nuestra historia.
NOTAS
1 Según RD 547/2012.
2 Según la lista española de
paraísos fiscales publicada en el Real Decreto 1080/91 de 5 de julio.
4 Para más información ver en
el informe de la Universidad de Sevilla: «Huella ecológica y presión turística socio-ambiental.
Aplicación en Canarias». Boletín
de la Asociación de Geógrafos Españoles Nº 57 de 2011.