Blog de seguridad y defensa

sábado, 8 de febrero de 2014

Canarias: en la encrucijada del petróleo.




«Le pido a Alá que encontremos petróleo tanto en España como en Marruecos».
Abdelilah Moulkirán. Primer Ministro de Marruecos. 5 de octubre de 2012.
Que las Islas Canarias han sido un bastión estratégico de primer orden a lo largo de su historia es un hecho incontrovertible que desgraciadamente no es muy conocido en la España actual. El que fue el primer enclave oceánico del expansionismo castellano en el siglo XV se convirtió en la palanca que permitió a España conquistar América, fundar su imperio y controlar el comercio con las Indias; hecho que no pasó desapercibido para nuestros enemigos de entonces, primero los berberiscos y luego especialmente Inglaterra, que no cejaron durante los tres siglos siguientes en el intento por hacerse con algún territorio en el archipiélago.
 
Pero no acabaron en el siglo XVIII las amenazas sobre las islas. Durante el siglo XIX EEUU planificó su invasión y Alemania fijó su vista en un territorio poco protegido que le proporcionaba acceso a África y al Mediterráneo; durante la Primera Guerra Mundial una flota británica materializó un bloqueo alrededor del archipiélago para evitar su empleo por Alemania; en 1940, el entonces ministro de Asuntos Exteriores español recibió la petición del III Reich de la cesión de la isla de Gran Canaria para los planes de guerra alemanes, y durante los primeros años de la Segunda Guerra Mundial se apoyó secretamente a la Armada alemana en la batalla del Atlántico; en 1941 las Fuerzas Armadas británicas emitieron el plan Pilgrim para la invasión de las islas, y en 1943 serían las fuerzas canadienses las que prepararon el plan Tonic con el mismo propósito.
 
A lo largo de su historia española, Canarias ha sido un preciado territorio que muchas otras naciones han estado dispuestas a ocupar manu militari por su valor geoestratégico; hoy en día, casi totalmente despejadas las pasadas amenazas de seguridad sobre las islas ―ya bajo el potente paraguas de España, la OTAN y la UE―, no han sido sin embargo despejados otros riesgos larvados que van creciendo en su entorno.
 
Por un lado, en el ámbito interno insular, comienza a tomar aire una corriente de opinión de desapego del resto de España, alentado por la crisis económica y la costumbre -no por conocida menos preocupante- de señalar en el exterior a los responsables de todos los problemas internos. Siendo justos hay que reconocer que la incomprensión y   la ligereza con la que se tratan a veces los asuntos de un territorio tan especial, la falta de reconocimiento del valor de las islas, la lejanía de la Península, la doble insularidad, un trato a veces desdeñoso frente a otros territorios, así como un tardío desarrollo económico y de sus infraestructuras, propician un sentimiento de abandono en todos los órdenes que, convenientemente explotado, conforma un caldo de cultivo favorable para el discurso disgregador.
 
Por otro lado, la profunda brecha de riqueza y bienestar que existe en los 90 Km que separan a las islas del continente africano, la incierta resolución de la Primavera Árabe y su posible influencia en Marruecos, la desestabilización del Sahel, la posición de las islas en la retaguardia marroquí, las reivindicaciones sobre Ceuta y Melilla, el conflicto del vecino Sáhara, la tensión argelino-marroquí, la inmigración ilegal y el crimen organizado son riesgos que no se pueden menospreciar al analizar la seguridad de las islas desde un enfoque integral.
 
Sin embargo, es conviene subrayar que precisamente algunas de las anteriores circunstancias también pueden convertirse ―bien gestionadas― en magníficas oportunidades de desarrollo, comercio y revalorización de las islas. No es baladí advertir que África es el continente con mayor potencial de desarrollo en los próximos decenios, y que para ese desarrollo necesitará multitud de recursos que la UE, y muy especialmente España y las Islas Canarias, pueden proporcionar.
 
No por casualidad España se ha convertido en 2012 en el primer socio comercial de Marruecos, desbancando a Francia ―muy a su pesar― por primera vez en la Historia, y haciendo que Marruecos sea ya nuestro segundo cliente fuera de la UE, por detrás solo de EEUU y superando con creces a China. Las empresas siderúrgicas, automovilísticas, textiles y energéticas son las que más han contribuido a este hecho, pero sectores como el turístico y la construcción comienzan también a adquirir relevancia en el mix empresarial español en Marruecos. Y a estas circunstancias no han permanecido ajenas las islas que ya se están constituyendo en la mejor plataforma de proyección europea hacia el Sur; las exportaciones canarias a Marruecos han crecido un 140% en términos relativos durante el mismo año 2012, confirmando a este país como uno de los mercados más pujantes para la producción del archipiélago.
 
Esta creciente relación comercial, la estabilización y el desarrollo marroquí, así como las posibilidades que puede abrir el tratado de libre comercio que este país ha comenzado a negociar en 2013 con la UE son ya una oportunidad mutua de progreso que puede servir de modelo en el futuro ―por qué no― para otros países de la vertiente noroccidental africana; sin obviar que además se pueden constituir en el mejor precursor de la confianza mutua y la seguridad compartida entre España y Marruecos.
 
Pero todo tiene un precio ―quid pro quo―. Probablemente la cada vez más fría simpatía del Estado español por las reivindicaciones del pueblo saharaui es un peaje que habrá que ir aceptando para impulsar todo lo anterior. La postura española ante la resolución 2099 de 30 de abril de 2013 que EEUU presentó ante el Consejo de Seguridad de la ONU, relativa a los derechos humanos en el Sahara, parece un buen ejemplo de ello.
 
Dicho todo lo anterior, y a pesar de ello, las Islas Canarias continúan siendo para la mayoría de los españoles y los europeos un mero sinónimo de lugar vacacional de sol y playa y poco más; un indicador fiable de la poca atención que en general se presta al archipiélago desde el exterior. O al menos así ha sido hasta que, de repente, las Islas han reaparecido en la agenda política española por la posible existencia de una jugosa bolsa de hidrocarburos en sus costas orientales lindantes con Marruecos; bolsa que Marruecos ya ha comenzado a explorar, que está creando tensiones entre el Gobierno central y el Gobierno autonómico, y que ―como ya hizo en el pasado más cercano― muy probablemente influirá en las relaciones entre Marruecos y España, Sahara Occidental por medio. Un asunto controvertido que, sin lugar a dudas, traerá repercusiones de calado político y estratégico en los próximos años; tanto en el ámbito interno como en el externo.
 
EL POTENCIAL DEL PETRÓLEO
En marzo de 2012 el Departamento de Interior de los EEUU emitió un informe bajo el título de Una estimación de los recursos mundialesconvencionales de petróleo y gas no descubiertos en el ámbito de su World Petroleum Resources Project. En este informe se señalaba, entre otras muchas, una posible bolsa de hidrocarburos localizada en la fachada noroccidental africana, tanto en la zona continental como en la marítima, que podría extenderse desde Tánger hasta la costa oriental de las Islas Canarias.
 
En realidad, el potencial de esta zona era bien conocido muchos años antes. Desde el año 1968 Marruecos ha autorizado algunas exploraciones en las aguas que separan ese país del Archipiélago Canario sin que los resultados iniciales condujeran nunca a la fase de explotación. Sin embargo, desde 2007, la concesión de licencias se ha multiplicado por todo el territorio y las aguas marroquíes ―incluyendo las saharauis―, dando ya más de una decena resultados positivos en gas y petróleo. A día de hoy, se han concedido licencias de reconocimiento o exploración marítima (off shore) para 250.000 Km2; un área que duplica en extensión la que el Gobierno de EEUU ha concedido en el Golfo de Méjico.
 
Por parte española, los permisos de exploración en la zona fueron otorgados a Repsol en enero de 2002 y obtuvieron por repuesta una protesta diplomática formal del Gobierno marroquí relativa a la indefinición de las aguas territoriales entre ambos Estados; hechos que ocurrieron solo unos meses antes de la crisis de Perejil. De 2002 a 2004 se realizaron algunos sondeos, pero los derechos de Repsol fueron suspendidos en 2004 por el Tribunal Supremo a instancias de una denuncia del Cabildo de Lanzarote, situación en que se han mantenido hasta que han vuelto a ser convalidados por el Gobierno español en marzo de 20121. Además de lo anterior, y en estrecha relación con la cuestión, en marzo de 2013 el Tribunal Constitucional desestimó el recurso interpuesto por el Gobierno de Canarias en 2008 contra la Ley 12/2007 que otorgaba en exclusividad al Estado la competencia para autorizar prospecciones o explotaciones petrolíferas submarinas en las aguas bajo jurisdicción española. Casualidades o causalidades aparte, lo que sí resulta evidente es que en los últimos años se está reactivando una vieja carrera que ya tiene en marcha a sus primeros competidores.
 
En el cuarto trimestre de 2013 la empresa escocesa Cairn Energy ha comenzado los trabajos de exploración, a través de su compañía subsidiaria Capricorn, en la zona marítima denominada Foum Draa off shore frente a las costas de Marruecos (bloques numerados del 86 al 88 en la Figura 1) y a 180 Km de la costa norte de Lanzarote. En esta zona, la compañía escocesa posee un 50% de los derechos de exploración y explotación, derechos que han sido adquiridos a la pequeña compañía Longreach Ltd ubicada en el paraíso fiscal de la isla de Jersey2. La estatal Oficina Nacional de Hidrocarburos y Minas del Gobierno marroquí (ONHYM) posee otro 25%, Longreach conserva un 2.5% y las compañías San Leon y Serica poseen el 14.17% y el 8.33% respectivamente. Además, Cairn también posee derechos (37,5%) en la zona Cap Juby Maritime (bloques 117-119 en la Figura 1) frente a las aguas del cabo de mismo nombre, y a unos 70 Km de las costas de Fuerteventura y Lanzarote. Derechos que ya tiene planeado ejercer en 2014.
 
Figura 1. Zonas autorizadas por Marruecos para las prospecciones marítimas y terrestres (Fuente: ONHYM)
Hay además otras dos petroleras ―Tangiers Petroleum y Kosmos Energy― que también han anunciado prospecciones en el primer semestre de 2014. Kosmos se dispone a explorar el bloque denominado Foum Assaka off shore (67-70) frente a las aguas de Agadir y Sidi Ifni, y un segundo gran bloque denominado Cap Bojdour off shore (20-34), situado en las aguas saharauis frente al Cabo Bojador, 170 Km al sur de Gran Canaria. Por su parte Tangiers, en colaboración con Galp, tiene prevista la exploración del bloque Tarfaya off shore frente a las costas de Tan Tan (89-96), a unos 140 Km de las costas de Lanzarote y Fuerteventura.
 
Según la información ofrecida por la propia ONHYM, hay ya 18 áreas off shore a lo largo de la costa occidental de Marruecos y el Sahara para los que existen acuerdos de exploración de hidrocarburos con una pléyade de compañías distintas. Además de las ya citadas, engrosan esta lista la turco-estadounidense Genel (con base también en la isla de Jersey), la californiana Chevron, la británica Chariot (con base en el paraíso fiscal de la isla de Guernsey5), la francesa Total y las españolas Repsol y Gas Natural. Según las siempre orientativas estimaciones de las propias compañías, los recursos prospectivos de barriles de las áreas de exploración que se pretenden acometer en los dos próximos años del lado marroquí podrían superar los 1.500 millones de barriles de petróleo (MBO). Pero lo más importante es señalar que, en todos los bloques autorizados por el Gobierno de Marruecos, la empresa estatal ONHYM se ha reservado un porcentaje importante de los derechos de exploración y, por tanto, de los de una hipotética explotación.
 
Estas prospecciones marroquíes en aguas cercanas a Canarias comienzan  un año antes que los polémicos sondeos que se han vuelto a autorizar a Ripsa (Repsol) en el lado español de las mismas aguas (denominados Canarias 1-9 en las Figura 1 y 2). La petrolera española prevé desarrollar exploraciones a finales de 2014 y 2015 en las aguas orientales de Fuerteventura y Lanzarote, siendo sus derechos (50%) compartidos con la alemana RWE (20%) y la australiana Woodside (30%).
Figura 2. Licencias de exploración otorgadas a Repsol en aguas españolas (Fuente: Grupo RWE)
Según el último informe de la asociación española ACIEP, se estima que en las zonas autorizadas a Repsol podría haber unos recursos prospectivos de hidrocarburos convencionales cercanos a los 1.200 millones de barriles de petróleo (MBO) y 226 miles de millones de metros cúbicos de gas (BCM), siendo conveniente reseñar que el Estado español no tiene ningún derecho sobre la exploración o la hipotética explotación de los hidrocarburos que se pudiesen encontrar, quedando estos como patrimonio exclusivo de las empresas que los poseen, y por tanto de sus accionistas.
 
No obstante lo anterior, fuentes del Ministerio de Industria llevan tiempo señalando que, de encontrarse gas y petróleo en la zona española, los beneficios económicos para el país serían importantes: ahorro en la factura energética exterior de 28.000 millones de euros, dinamización y diversificación de la economía canaria, creación de puestos de trabajo, e ingresos ―vía impuesto de sociedades― de unos 700 millones de euros al año durante un periodo estimado de 20 años.
Imagen difundida en la red por la organización independentista canarias Inekaren.
EL PROBLEMA DEL PETRÓLEO
Desde los primeros pasos del tortuoso proceso que están siguiendo los permisos de exploración concedidos a Repsol, las autoridades y buena parte de la sociedad canaria han manifestado su oposición a las autorizaciones otorgadas por el Gobierno central. Después de conseguir que se anulasen los permisos en 2004, el Gobierno canario, el Cabildo de Lanzarote y el de Fuerteventura han tratado de frenar el nuevo Real Decreto de convalidación de las prospecciones recurriéndolo por partida doble ante el Tribunal Supremo y, en paralelo, han comenzado a formular quejas ante las instituciones de la UE. Tan frontal oposición está sustentada en razones primordialmente de impacto socio-económico, de riesgo medioambiental y de conflicto de competencias.
 
Que el turismo en Canarias es un sector clave, desde el punto de vista económico y social, no es ningún secreto para nadie; pero conviene ponerle cifras. En 20113 el sector turístico canario representaba el 30% de su PIB (12.300 millones €), el 35% del empleo (265.000 puestos de trabajo) y el 28% de los impuestos recaudados (1.500 millones €); mientras que la media española del impacto turístico era de un 10% del PIB y un 7% del total del empleo nacional. Conviene también subrayar que el impacto económico del turismo crece en Canarias desde 2010, en plena crisis económica, a una media anual de casi un 5%; siendo esto posible gracias a la especial importancia del turismo extranjero (Reino Unido y Alemania a la cabeza).
 
Pues bien, es precisamente la extraordinaria relevancia de este sector la que hace temer por unas explotaciones petrolíferas en las aguas canarias que pudiesen afectar negativamente al motor de la economía insular. Con respecto a ello ya se han posicionado la Federación Internacional de Operadores Turísticos (IFTO), la Federación de Turoperadores del Reino Unido (ABTA) y la Federación Alemana de Agencias de Viaje y Turismo. Todos ellos se han dirigido por carta a las autoridades españolas para expresarles la preocupación por el fatal impacto que posibles derrames pudieran tener sobre la oferta turística canaria; pero también alertando del peligro que supone la mera asociación de la marca Canarias con el petróleo, y el daño que podría hacer sobre la imagen publicitaria de paraíso natural que desde hace tiempo se trabaja en construir. Evidentemente, estas organizaciones han obviado en sus misivas advertir sobre el terrible impacto medioambiental que el turismo ha tenido y tiene sobre las islas, causado fundamentalmente ―pero no solo― por el enorme déficit energético generado por 12 millones de personas que visitan un territorio que dispone de recursos naturales  limitados y una población residente de 2,2 millones4.
 
 
Imagen difundida en Internet contra las exploraciones de Repsol (Fuente: No Oil Canarias)
Desde un punto de vista medioambiental, es evidente que toda explotación petrolífera supone un riesgo innegable que pocas sociedades gustan de admitir en su vecindario. Pero además, el excepcional valor de la biodiversidad marina y terrestre de Canarias, la alta dependencia de plantas desaladoras para la obtención de agua, y los riesgos añadidos de las posibles explotaciones a gran profundidad que se han planteado, tanto del lado marroquí como del español, hacen que se generen en toda la sociedad canaria dudas razonables sobre si poner en riesgo un patrimonio tan valioso. A este respecto, tres importantes organizaciones ecologistas ―WWF, Greenpeace y Ecologistas en Acción― ya se han situado claramente en contra de las prospecciones.
El último factor, pero no por ello con menos peso, es una vieja reivindicación del Gobierno autónomo para hacerse con el control de las competencias administrativas relativas a la explotación de las aguas canarias que viene a sumarse a los problemas anteriormente citados. Este conflicto fue el que llevó al Gobierno autónomo a recurrir parte de la Ley 12/2007 ante el Tribunal Constitucional, y por lo que este se ha pronunciado recientemente en su contra. Por si fuera poco, esta reivindicación de las aguas canarias se enreda con la que el Gobierno español espera plantear en NNUU con respecto a la ampliación de la jurisdicción sobre la actual Zona Económica Exclusiva por el oeste de las Islas (de 200 MN a 350 MN), y con la todavía indefinida oficialmente frontera entre las costas orientales de las Islas y Marruecos.
 
CONCLUSIONES
La encrucijada a la que se enfrenta Canarias ante la hipotética explotación de hidrocarburos en sus costas orientales es un dilema de primera magnitud política y estratégica que no tiene una respuesta sencilla; y que no solo afecta a las Islas Canarias, sino también a la economía y soberanía nacional, y a las relaciones de España con Marruecos.
 
Marruecos probablemente se va a convertir tarde o temprano en un país productor de petróleo y gas, y lo va a hacer explotando, entre otras, zonas marítimas muy próximas a las Islas Canarias. Pero además, encuentre o no petróleo, Marruecos está ya experimentado un desarrollo económico espectacular que es una oportunidad para España, para Canarias y para la UE. La senda de democratización, desarrollo y cooperación que ha tomado en los últimos años parece indicar que sus posiciones son ahora muchos más pragmáticas con respecto a nuestras siempre delicadas relaciones.
 
El hecho de que ambos países hayan concedido las autorizaciones de exploración respetando el acuerdo informal de equidistancia en las aguas fronterizas, y que esta vez el asunto no haya suscitado problemas en las relaciones diplomáticas, así como el creciente estrechamiento de la cooperación comercial y la dulcificación de la postura española sobre el Sahara Occidental son claros síntomas de una nueva etapa más respetuosa y cooperativa entre ambos. Esta nueva etapa, de confirmarse en el tiempo, muy probablemente ayudará a rebajar progresivamente las tensiones de seguridad que históricamente han existido entre ambos países (Ceuta y Melilla incluidas) y proporcionará prosperidad económica a ambas partes. Aunque, por otro lado, este clima creciente de seguridad y desarrollo marroquí traerá también consigo la eclosión de su enorme potencial turístico, en directa competencia con el canario y el del resto de España.
El Presidente del Gobierno español con SM el Rey Mohamed VI de Marruecos durante la primera visita oficial de su mandato
Pero más allá de cuestiones económicas y de seguridad, la encrucijada del petróleo en Canarias trae también escondida ―a modo de muñequita rusa― una derivada interna que es muy conveniente valorar: otra confrontación entre un Gobierno autonómico y la Administración central que, bien utilizada, podría convertirse en un banderín de enganche del sentimiento de desafección que, a veces no sin razones, se instala poco a poco en parte de la sociedad canaria. Otro problema territorial que podría pasar a engrosar la lista de contenciosos de esta índole.
 
 
Y es que la mayor parte de nuestras pretendidas certezas sobre el futuro no son más que hipótesis, pese a que nos empeñemos en defenderlas con mucha vehemencia; sin embargo, las lecciones del pasado están ya escritas. A este respecto, la historia de España nos ofrece numerosas ejemplos sobre nuestros errores al tratar los asuntos de territorios de Ultramar con ligereza o desdén, y la pertinaz crisis en la que nos encontramos nos debería haber enseñado las consecuencias de confiar nuestro futuro a apetitosas burbujas (ya sean constructoras, petroleras o turísticas) sin hacer las reformas estructurales necesarias que garanticen un desarrollo socio-económico equilibrado.
Aquellos a los que toque resolver esta compleja ecuación del petróleo, con sus diversas variables y derivadas, deberían siempre tener puesta su vista en todo ello, y tratar de resolverla con el sosiego, la delicadeza y la prudencia que requieren las decisiones de este calado. Decisiones cuyas consecuencias geopolíticas trascienden varias legislaturas.
Se encuentre o no petróleo, y se explote o no se explote en los próximos veinte años, lo que parece  seguro es que las Islas Canarias seguirán siendo en el futuro el territorio español de mayor valor geoestratégico; como ya los son hoy en día, y como ya lo fueron a lo largo de nuestra historia.
 
NOTAS
1 Según RD 547/2012.
2 Según la lista española de paraísos fiscales publicada en el Real Decreto 1080/91 de 5 de julio.
3 Todas las cifras han sido extraídas del informe del Gobierno de Canarias Impactur 2011. 2012.
4 Para más información ver en el informe de la Universidad de Sevilla: «Huella ecológica y presión turística socio-ambiental. Aplicación en Canarias». Boletín de la Asociación de Geógrafos Españoles Nº 57 de 2011.