Este observador ha sido seguidor durante mucho tiempo del colectivo utopia contagiosa, evidentemente no por compartir la mayor parte de sus opiniones, sino porque siempre proporciona otro punto de vista que, finalmente, enriquece el mio propio. Creo honestamente que nunca es bueno escuchar y leer sólo a los que piensan como tú, siempre conduce al más terrible ensimismamiento.
Pues bien, hoy este colectivo plantea, no con poca razón, que Francia parece estar cuestionando la estrategia aliada de transición y salida de Afganistán, y que no parece que con elllo vaya a caerse el mundo. ¿Y por qué España no puede hacer igual? ¿Pasaría algo?
La verdad sea dicha, probablemente tienen razón en este planteamiento, si Francia y España se fuesen de Afganistán, el curso de la guerra no variaría sustancialmente. EEUU y los aliados que allí quedasen tendrían que hacer un esfuerzo suplementario y hacerse cargo de sus zonas de acción. Un inconveniente más en una ya muy compleja guerra.
Donde no puedo estar de acuerdo es en algunos juicios de valor (no datos, pues no se aportan de ningún tipo) que añaden para justificar la salida de Afganistán. Si se quiere debatir seriamente sobre el asunto, adelante, este observador será el primero que esté dispuesto a ello, pero siempre desde datos objetivos y no desde juicios de valor que no se sostienen en un análisis imparcial de la realidad. Intentaré por mi parte dar algunas opiniones razonadas sobre datos objetivos que ofrece la Brookings Institution, un think tank estadounidenese bastante independiente y que siempre ha mantenido un espíritu crítico sobre la política estadounidense en AFG:
-En lo tocante a la reconstrucción, hay que presentar los siguientes datos: el PIB de Afganistán se ha cuadruplicado desde 2002 hasta 2010; la esperanza de vida ha pasado de 42 años en 2004 a 62 en 2010 (casi un 50% más); la producción eléctrica se ha quintuplicado desde 2002 hasta 2009 y la población escolar ha pasado de 2 millones en 2002 a más de 8 millones en 2011 (en la caso de las niñas, el incremento es aún más espectacular: de 200.000 niñas escolarizadas en 2002 a más de 3 millones en 2011 (más del 1000% de incremento)). Creo que estos datos no dejan lugar a duda o especulación, Afganistán ha progesado, y mucho, desde que el régimen Talibán cayó. Podríamos hacer más, desde luego. Se podría hacer mejor, por supuesto. Y también podríamos destinar más dinero de nuestra salud y educación a construir un sistema de salud y educación digno en AFG. Es solo cuestión de elegir en estos tiempos.
-En lo tocante a seguridad, hay que hablar de relevantes progresos: en 2011 se ha conseguido por fin poner freno a la escalada de violencia en AFG y desde abril de aquel año los ataques procedentes de la insurgencia (que causan más del 80% de las bajas civiles en Afganistán) disminuyen, disminuyendo así las bajas civiles y militares afganas y también la de los soldados de la Coalición. No hay que olvidar que todavía para el 65% de la población, los Talibán son el principal problema del país.
-En lo tocante a gobernabilidad es verdad que las noticias no son buenas, el gobierno Karzai no consigue hacerse con el poder debido a que señores tradicionales del poder, integristas rigoristas islámicos y señores de la guerra y la droga siguen intentando dominar sus territorios como si de señores feudales se tratase. Para ello se intenta crear unas fuerzas de orden público y un sistema judicial eficaces que impidan a todos aquellos ejercer la violencia e imponer sus tributos arbitrariamente contra los habitantes de sus territorios, a los que siguen considerando siervos. En 2003 estas fuerzas del orden eran de 6000 perosnas, hoy son de 344.000 efectivos y el 90% están ya siendo aconsejadas y entrenadas por fuerzas militares y policiales de la coalición (en 2008 era el 0%).
En definitiva, se puede argumentar que si nos vamos de Afganistán no pasará nada. Otros llevarán nuestra parte de la carga y ya está. Pero no se puede decir que en Afganistán las cosas no vayan mejor.
Y además tampoco se puede argumentar que si nos vamos todos, no solo Francia o España, sino todos, no vaya a pasar nada. Si abandonamos a los afganos a su suerte, los Talibán desencadenarán la limpieza étnico-religiosa más sangrienta desde el genocidio ruandés de 1994, y abandonaremos a su suerte a millones de afganos sumidos en una guerra civil mucho más sangrienta que la que ocurrió tras la retirada soviética. Eso es lo que debemos plantearnos: ¿estamos dispuestos a ser cómplices de la matanza? ¿estamos dispuestos a abandonar a millones de mujeres y niñas a la violencia sexual y física de unos rigoristas que envenenan niñas o las queman la cara con ácido para que no vayan a la escuela? ¿Es eso lo que propone la utopía contagiosa?
En fin, es muy bonito escribir panfletos utópicos desde el iPad en casa; pero no es tan fácil ver cara a cara a esas personas sobre las que escribes, y luego decidir que no te importa lo que les pase. Hemos cometido muchos errores, no se puede negar. Pero la conclusión debería ser que tenemos que asumirlos y darnos cuenta de las terribles consecuencias de cometer otro más, el más peligroso, el no asumir nuestra responsabilidad de proteger a aquellos que ninguna culpa tienen de los errores de EEUU, ni de los errores de los Talibán ni, por supuesto, de los errores de nuestros gobiernos.